ERA INFINITO


ACUMULANDO CONOCIMIENTOS


Ya era conocida la roca al despertar, no generaba confusión. Sí lo generaba, el hecho de no saber de dónde se venía, qué había ocurrido antes. Al mirar a su alrededor, se sintió casi como en casa, no por identificar rostro alguno, sino por la sensación familiar y de confianza de hallarse en un grupo de espíritus con los que ya se había compartido alguna experiencia.


Recuerda…


Sí, recuerdo mucho más, respondía a la voz, que se irradiaba en apariencia de todos lados, y llegaba equitativamente a todos, más no todos eran capaces de oírla, o de oírla por completo.


Recuerdo dónde estuve, recuerdo quién fui, recuerdo quiénes me acompañaron, recuerdo a quienes perdí, a quienes amé, recuerdo quienes fui, recuerdo lo que hice, lo que me faltó, lo que logré, lo que…


Y miró su mano, aunque no había mano allí, no en espíritu. Pero su miembro derecho se desvanecía, al momento de invocar la imagen de la falta cometida con dicha mano cuando estaba en plena posesión, allá, en otro plano, en otro mundo. ¡¿Qué había hecho?! Su mano que había sido brindada para crear, para acariciar, para alimentarse, para ser útil, había sucumbido a la traición de los pensamientos, y en un acto de impulsividad rencorosa, había quitado la oportunidad a otro de redimirse, de corregirse, de mejorar. Ya no era su mano, debía demostrar que podía ser dueño de ella nuevamente.


Arrodillado, si puede decirse, lamentaba lo que iba a faltarle cuando volviera al mundo, y jurando y perjurando que sería bueno y haría el bien, gemía que por favor eso no ocurriera. El resto de los espíritus estaban a su alrededor, algunos lo esperaban, otros se marchaban, cada uno tenía su proceso, su comprensión, su impulso.


Actitud humana que como condición lleva a la amplia revisión, pero que postrarse en ese pozo no deja más que cavar profundo, transcurrido lo que tenía que pasar, se levantó y aseguró que su vida sería edificada en el bien, y sin importar lo que le tocase vivir, lo haría con altura y dignidad.


Los espíritus que quedaron a su lado, comenzaron a hablarle, pero nadie se podía hacer entender, la suciedad del mundo profano impedía que pudieran salir palabras puras, y se debía conocer el nuevo lenguaje por el cual serían convocados. Tras la impaciencia por no poder comunicar su pensamiento, otros más se marcharon por su propia cuenta, y los que quedaron, al cabo de serenarse, comenzaron a moverse en grupo.

La disputa por hacia dónde dirigirse, llevaba al caos, hasta que entre tantos, distinguió a uno que le resultaba más familiar que otros, y manteniendo reflejos que no eran de ese mundo, quiso tomarlo de la mano, pero justamente, esa mano le faltaba, y tampoco podían hacerlo, no era físico. Aún así encontraron el modo de colocarse por delante, y escuchando al sentir, fueron los pioneros en orientar en una dirección oportuna.


Se toparon con muchos otros grupos, y al igual que ellos, sus integrantes eran de distintas alturas y tamaños; algunos seguían debatiéndose en comenzar, otros estaban en pleno alboroto organizativo, muchos caminaban incluso más rápido que ellos, y a veces se intercambiaban espíritus de grupo a grupo. Era bastante frecuente ver a algunos deambulando solos, y se les notaba que la luz que irradiaban, les dejaba ver poco a su alrededor.


RECUERDA…


Sí, le dijo a la voz, aunque no tenía boca. He compartido mucho con varios integrantes de los que me acompañan, y he recordado más aún de lo vivido con este espíritu que va a mi lado. No había notado, pero ahora hay una decena de espíritus que están a mi alrededor y vamos guiando el camino. A medida que camino, recuerdos van apareciendo, pero es como si otros se borraran. Aparecen aquellos que se vinculan con otros espíritus, con mis obras de bien, con mis luchas y a aquellos que ayudé a luchar. Pero se borran los rostros, se borran nombres, algunos conocimientos parecen borrosos, como si recordara el fuego pero no saber cómo encenderlo, o el sabor de una manzana, pero no saber cultivarla.


Siempre le respondía, pero esta vez, tenía el saber para oírla.


A MAYOR VELOCIDAD, MÁS CLARIDAD AL CONSERVAR TUS RECUERDOS…


No sin poca sorpresa, probó aplacar más inquietudes.


¿Quiénes son todos mis compañeros en este conjunto?


… DEBERÁS APRENDER Y DAR…


No llego a comprender, pero siento que debo estar cerca de ellos, incluso de los que buscan alejarse. Pero, ¿por qué?


Sintió que le respondía, pero el conocimiento que tenía aún no era suficiente como para interpretar a su entendimiento lo que le exigía satisfacer tamaña cuestión.


¿Por qué?


Otra vez la inaudible respuesta se expuso, inaudible no por falta de oreja, porque en ese plano no tenían razón de ser, sino por el estado mental y su conexión con la conciencia.


¿Por qué debemos tener estos ciclos, morir y volver? ¿Por qué se nos quitan recuerdos, partes de nosotros? ¿Por qué debemos repetir experiencias?


… APRENDER…


¿Sólo eso? ¿Aprender? ¿Para qué? Eso es demasiado simple. Tanta muerte, tan tristeza, tanta incomprensión.


DEBES SEGUIR CAMINANDO.


No estaba conforme con lo que recibía. Nunca dejó de caminar, y ese proceso de las memorias que iban y venían, persistía. Pronto se dió cuenta que a diferencia de otras veces, el camino se le tornó mucho más largo y pesado. ¿Cuánto había pasado? ¿Cómo podría recordar y comparar si estaba más habituado a lo físico, y aquí el tiempo transcurría diferente. O no transcurría.

¿Hacia dónde iba? ¿Hacia dónde íbamos en el grupo? La marcha se volvía más lenta y la sensación de pesadumbre y lejanía era cada vez mayor. De pronto, la confusión reinó, y perdido en un abismo de imágenes e ideas extrañas, frenó su andar y buscando la cordura, quiso quitarse la fotografía que se impregnaba en su retina, más no tenía ojos. Lo atormentaba, le recriminaba, le azotaba cual castigo.


…ESA MANO BLANDÍA EL CONOCIMIENTO DE MUCHAS VIDAS, Y LA HAS EMPLEADO PARA EL MAL…


Ver el rostro sin vida delante suyo, era el padecimiento que no podía ignorar. Quería removerla de su visión, pero la falta de una mano lo llevaba a agitar el vacío, y esa fotografía no se hacía nada borrosa. Estaba en su decisión aceptar las consecuencias, o hacer caso omiso a lo que el gran plan le deparaba, en el camino de su propia redención. Lloró, aunque no había lágrimas. Entendió algunos de sus errores asociados a su error más grave, vio los pensamientos que se apoderaron de él para hacerlo títere de abruptas reacciones que se movían al margen de su inteligencia y su sensibilidad. No mantenía lúcida su mente, no había luz, había oscuridad.


La imagen se hizo a un costado, no se fue, estaba a un lado. Observó que el grupo de espíritus ahora era más reducido, y también veía reducido su propio tamaño, ya no era de los que lideraba la dirección, había otros de mayor altura que la suya. Oveja esquilada, se unió a la trayectoria del rebaño, pero no eran pastores los que orientaban, eran otras ovejas.


¿A dónde iba?


RECUERDA…


¿Qué debo recordar?


RECUERDA…


¡¿Pero qué?!


QUIÉN ERAS Y QUIÉN QUIERES SER…


Yo era…


Una nebulosa sin estrellas se desdibujaba en su mente.


Alguien que buscaba más arriba de los árboles que en los pastizales…


Alguien que aprendió a usar herramientas y las empleó para cazar…


Alguien que vio fuego, y supo hacer cosas buenas con eso…


Un ser que se desprendió de una masa, para tener nombre propio…


Un ser que vio la fuerza de las palabras…


Un ser que conoció algunos arcanos de la creación…


Un ser que quiso ayudar a la humanidad con lo que sabía…


Un hombre que perdió el hilo de su propia continuidad…


Un caballero que no hizo honor a su título…

Pero nada es claro. No sé quién seré tampoco. ¿Cómo podría saberlo?


El grupo se detuvo, y delante, muchas líneas, muchas líneas de espíritus aguardando su turno para acceder. Frente a la decisión de elegir en cuál formarse, la incertidumbre sosteniendo tantas opciones, lo paralizó, mirando cuál debía ser su lugar, entre quiénes era su lugar. Allí se pondría en juego su familia, sus amistades, sus encuentros, su territorio de partida, su destino.


Tantas líneas de espíritus. Tamaños diferentes, avances diferentes, sensaciones diferentes, tiempos diferentes, experiencias diferentes, aprendizajes diferentes. ¿Cuál elijo?


HAZLO SEGÚN TU SABER. ELEGIRÁS Y SERÁS ELEGIDO…


ERA PREHISTÓRICA


EL PRIMER SER HUMANO


Caminando y caminando, simbólicamente se iba alejando de su animalidad. De la misma materia hecho, pero el amasado interno de su inteligencia, le permitía unirse a una conciencia que iba despertando cada vez más hacia saberes e inquietudes que otros no tenían. Las experiencias que le tocaba vivir mostraban la sabiduría impartida en el destino que en cada paso, en cada etapa, en cada ciclo, algo nuevo quedaba, una tábula rasa nunca fue, pero sí una llena de garabatos y borradores sucios. Se estaba cimentando el arquetipo de un nuevo ser.

Agrupado en asentamientos, entendió que la unión hacía a la supervivencia, y la adversidad de climas y fieras fue más fuerte que las diferencias individuales, imponiéndose el bienestar de todos por el de uno solo. La gran palanca se movía o se frenaba. El dolor y el sufrimiento por las temperaturas padeció una extraña alquimia al sentirse algo similar cuando un miembro del clan moría, una criatura salía del vientre sin moverse, el hambre azotaba por más que se migrara. La impotencia marcó el límite del verdadero tamaño del vástago que asomaba entre los demás seres del orbe, y fue creando dentro, la humildad para ubicarse en el rol que le correspondía. Hasta que en algún punto de inflexión, alguien lo notó.


Una sensación de desprotección y agonía lo invadió, sin entender la expresión de terror que culminó paralizándolo. En el terreno yacía el fibroso cuerpo del león arponeado por el esfuerzo de varios cazadores, pero antes de caer el enemigo felino, se llevó consigo a varios miembros del grupo, que quedaban como recordatorio a metros de él, para tantear el costo de semejante intrusión. Ver tan recurrente la muerte al transitar su vida, finalmente terminó corriendo el cuarzo hasta dar la hora: todos, eventualmente, morirían, incluído él.


Sus compañeros lo hicieron a un lado al no unirse al festejo, pero ¿qué iban a celebrar, si parte de su clan yacía sin moverse, en el piso? Se fueron, más no sin cargar a la bestia para devorarla, pero él permaneció al lado de uno de los caídos, pues todavía no existía el concepto para transmitir en palabras lo que estaba experimentando.


Esa aflicción, lo tornó más dócil, más reflexivo, con un interés particular por los suyos y cauto al momento de tomar acción. Sabía que si moría, perdería todo lo que implicaba estar vivo, porque nadie habló de lo que ocurría después, nadie volvía, se terminaba y ya. Intentó explicar a otros esa sensación, pero no podía ser captada por el entendimiento ajeno, era algo muy íntimo, muy propio, muy nuevo entre estos seres. No se podía transmitir aún el sentir, no había cómo, y por más que señalara a otros que morían, ese estado era ajeno, no llegaba a marcar a su vez, el propio destino. Pero algunos comenzaron a sufrir, y cuando el frío del desprendimiento se aproximaba, la agonía de dejar este mundo comenzó a tomar otro tono, y el sentir de uno se vinculó al del que se marchaba, con unas pequeñas gotas sobre los ojos que denotaron la madurez emocional que afloraba en la nueva especie.


¿Quién disponía lo que ocurría a cada uno? ¿Por qué cuando los pelos se emblanquecen y los músculos fallan en fuerza, se anuncia un terminar súbito de este trayecto, para abandonar el camino y descansar sin resoplo? La impotencia de poder hacer algo, generaba que con lo que se contaba, se quisiera poner a disposición de algo más grande que uno mismo. Los brazos se elevaban y sacudían al cielo, arrodillados frente a que comenzaba a marchitarse, y los gritos disonantes de pena, anunciaban que alguno pasaba por una situación anormal. Entender que el proceso de la materia llevaba a ir creciendo, tomando forma, para luego degradarse, no fue fácil, pues el pasado era turbulento para todos, y recoger el hilo del propio desarrollo implicaba un esfuerzo mental alejado de la mera supervivencia. Pero se fue logrando, ver al prójimo atravesar cambios estructurales, guió a quien observaba, que indefectiblemente, tarde o temprano, a él también le tocaría una culminación en su actividad. Todos cesarían.


El instinto por sobrevivir se insufló por un cariño a tener y conservar la vida. Era distinto ahora. Nadie quería perder su ticket para seguir en el parque de la Tierra. Pero, ¿para qué? ¿Qué se perseguía estando unos años afrontando calores y lluvias con hambre todo el tiempo? ¿Por qué estar con un miembro que era violento, que se aprovechaba de las mujeres, que incluso podía matar a otro del grupo? ¿Por qué seguía habiendo otros males, si el mal mayor, el de la muerte, era la más grande amenaza? ¿Para qué crear otros nuevos?


Generación tras generación se fue instalando este concepto inconscientemente. La vida, misteriosa aún en todos sus alcances y designios, cobraba un valor superior, porque perderla, incrementaba el disfrute de su uso, mientras se pudiera. Otros clanes atacaban, buscando la muerte por impostura, y había que defenderse, pero con ímpetu, el respeto frente a que la vida se brindaba a todos por igual, se fue expandiendo y abarcando a otros corazones, dando algunas señales de que la paz entre los hombres yacía en la actividad conjunta, y no en el aislamiento.


Un motor viejo y oxidado comenzaba a funcionar nuevamente. El sentimiento encontraba su cauce en un trance amargo, activando la misión encomendada a su alto fin, pero reñida en apariencia con el otro motor que ya venía funcionando desde milenios, que le permitió al hombre su fuego, sus herramientas, su vestimenta. Acostumbrado a escuchar solo a la mente, el ruido que generaba el sentir era extraño y muchas veces en desacuerdo a lo que el razonamiento quería hacer, pero en este ejercicio se iría perfeccionando, hasta milenios más adelante, quedar trabado sin poder avanzar como era el propósito para el cual le fuera otorgado al ser humano.


Aún así, los primeros ensayos dieron sus jerarquizados frutos. Comenzaron a mirarse a los ojos, entendiendo que el reflejo de allí naciendo, orientaban a una pureza sin igual al comunicarse; de lado fue quedando el grito y la hostilidad, suavizando el lenguaje y los modos; el golpe se fue traduciendo en caricia, hallando la paciencia una expresión más cálida para hacerse notar frente a una mujer, y evidenciando un interés por sobre las demás; el pudor los llevó a no ser vistos frente a otros mientras se satisfacía al ser físico, comprendiendo que había actos que debían ser testigos por determinados ojos; el impulso reactivo se fue sosegando, el tiempo se volvió aliado y antes de actuar, se medían algunas consecuencias; los vínculos con quienes se compartía el fuego y el refugio eran más importantes que los de otros clanes, pero por sobre ellos, la dupla de progenitores junto a los pequeños que nacían de su fruto, nucleaba el interés máximo y el afecto inestimable por encima de cualquiera: el ideal de familia se iba esculpiendo lentamente.


Expresiones de este tipo lo iban alejando de la animalidad, no masivamente, sino con algunos pocos que marcaban la diferencia y cuya mayor lucha estaba ocurriendo invisible a todos, por debajo del pelaje prehistórico. Cuando la supervivencia dejó de ser la única preocupación, el espíritu comenzó a asomar interesado en el aforo individual. Había llegado la hora de tomar su rol en la vida del hombre.


Desprendido de una masa, ya no todos eran iguales en sus características, la combinación entre la mente, la vida instintiva y el resurgir del sentir, daban pauta de que sumado a las destrezas físicas, cada uno tenía su etiqueta en el grupo, aunque no sabían cómo manifestarlo expresamente. En intentos reiterados, un sonido particular comenzó a ser el que invocaba sólo y exclusivamente a un miembro entre todos, y a ninguno más. El primer nombre había sido pronunciado.


No era lo mismo. No eran lo mismo. Su actuación frente a su pareja e hijos, era ineludible, y no podía otro tomar su responsabilidad. Tampoco al momento de cazar, de pescar, de iniciar el fuego y los bailes. No eran lo mismo. Con un sonido, un nombre era convocado a cierta tarea, y bajo ese sonido, el concepto de lo que abarcaba, lo acompañaba. No era lo mismo llamar a uno que sabía cazar, que a otro que podía amamantar. Se fueron diferenciando, porque cada uno cumplía su designación para el bienestar de los suyos y de todo el clan. El nombre hizo que un destino individual apareciera.


Contemplando de cerca, los movimientos inteligentes de la civilización humana, llamaron la atención de los grandes espíritus que aguardaban su turno, pues se necesitaba cierta madurez para comprender el conocimiento que llevaban consigo. Elohim y Adamico volcaron sus fuerzas para ese planeta que daba albergue a los seres que en su despertar, la señal del sentimiento comenzaba a oírse tenuemente. Este planeta que sería llamado Tierra, también se diferenciaba entre los demás, no era lo mismo que los otros circundantes. No. Aquí, había vida que se iniciaba a ser consciente de su existencia.