ERA INFINITO

ACONTECER PRIMERO

Eran tiempos sin tiempos, aunque se percibían los cambios.

Era similar a despertar en un lugar foráneo al hogar cuando se está de viaje, con la tranquilidad de que no hay problemas, todo es sereno, pero la confusión crea un olvido y se busca lo familiar, la seguridad de conocer dónde se está y rodeado de quienes.

Pero la seguridad no llegaba. Y no había nadie.

Tardó mucho en notar que estaba sentado, y se dio cuenta, a pesar de que no había tiempo.

Una voz le dijo algo, parecía lejana, pero la sintió como si saliera de adentro suyo. ¿Qué dijo? No se preocupó mucho más por ello.

Tiempo después, pensó en pararse, pero no era el tiempo lo que lo hizo pensar en eso. Miró para todos lados, sobraba luz, pero nada qué alumbrar aparentemente. La confusión seguía, la serenidad también.

No había arriba y abajo, aún así distinguía que tenía algo parecido a piernas; no había un lado y otro, pero algo similar a sus manos descansaba a cada costado; no había adelante y atrás, pero observaba la profundidad a la distancia.

Otra vez, la voz se hizo presente. ¿Estaba siempre o sólo cuando su atención la centraba?

Como si entendiera que el viaje continuaba, pero sin saber el destino, empezó a moverse. Daba la sensación de estar en el mismo lugar, pero se trasladaba y la luz lo acompañaba. Ahí notó que él irradiaba a su alrededor, y no venía de afuera, mientras marchaba podía ubicarse en su andar.

Por un tiempo vagó sin rumbo, no era curiosidad lo que lo impulsaba, sino el sentido del deber, hasta que se topó con una figura borrosa. Parecía a la mitad de su altura, pero no entendía qué era, si estaba sentada, si no tenía ojos, si su rostro había sido tachado. ¿Quién era? Permaneció observando, no se sabe cuánto, y la extraña silueta no se movía, y no parecía inmutarse por su presencia.

La voz sonó, miró para todos lados, pero no supo descifrar su contenido.

Volvió a mirar a la silueta, no la reconoció. Siguió.

Intentó tocar su pecho. No pudo. Extraña sensación.

Una figura borrosa apareció. ¿Ya la había visto? ¿Qué es? No parece tener ojos, y el rostro está esfumado.

La voz sonó, ambos miraron hacia arriba, y en el movimiento, buscaron la coincidencia en su mirada, pero movían y movían la cabeza sin encontrarse. ¿Entendió lo que decía? Yo no.

Estaba caminando nuevamente cuando se dio cuenta que no tenía un último recuerdo de la imagen que llamó su atención. ¿Desapareció? ¿Me fui? La voz se lo habrá llevado.

Un sinnúmero de esas figuras se encontró, algunas más altas, otras más bajas, incluso algunas se movían como él, mas no reconoció ninguna.

Una especie de emoción y entusiasmo comenzó a invadirlo. ¿Por qué? Era algo bueno. Estaba llegando a algún lado, por más que la profundidad era sólo una sensación para hallarse cómodo. Aún así, la confusión era contundente, y la seguridad, aparente.

Quién sabe cuánto duró esa emoción, pero no fue poco, era para mantener el ritmo y guiarlo. Sin ella, hubiese desistido antes de llegar. Casi obviando todo, sólo atendiendo el curso hacia donde la ansiedad aumentaba según su dirección, logró arribar. Todavía no entendía, pues la luz que irradiaba no alcanzaba para mucho, y miraba y miraba y miraba, pero el entendimiento no reaccionaba. Algo le impedía seguir, y miraba y miraba. Reconoció a una figura delante suyo, más alta, que le dejaba llegar sólo hasta allí, y delante, otra figura, y delante, otra figura.

Había llegado. Era la línea de los espíritus.

Eran tiempos sin luz, únicamente la del sol.

Era una era de puro salvajismo, reinando la supervivencia.

Millones de aconteceres ocurrieron previamente. El gran misterio de la vida, su origen y destino, aún no había sido planteado por las mentes primitivas que poblaban en aquel entonces.

La gran prueba inicial de mérito, la superó aquel que pudo liberar dos manos para hacer cosas muy útiles, alejándose de la animalidad a la que las cuatro patas condenan. Una mano para tomar otra, propia o ajena, permitieron instalarse y crecer como sociedad. Tras desaparecer antiguas civilizaciones reptilianas y seudo-homínidas, por primera vez se imponía el vástago humano sobre la tierra.

Cubierto de pelo, desnudo y temeroso de los ruidos y la noche, vagó sin rumbo bajo estrellas testigos de cambios muy lentos. Sediento por demás, famélico por ignorancia, comenzó a agruparse para sacar provecho del número, algo que la naturaleza le enseñó al mostrarle a otros compañeros herbívoros y carnívoros. Algunas generaciones después, ello quedó instalado como norma.

Las diferencias en escasez, tamaños, territorios y números de machos sobre hembras, hicieron que los primeros conflictos tomaran forma. En un tiempo sin nombres, bajo la dictadura de la lujuria y el no pudor, todo era confusión y la mente sin una reflexión funcionando. Impulso tras impulso, así accionaba y reaccionaba, casi olvidando que ambas manos estaban para hacer el bien.

Rondando de un lado al otro, no muy lejos del agua, el instinto para subsistir les indicó que esos pequeños seres que iban saliendo de la mitad de la población, despertaban algo que los calmaba en los arranques de ira y destrucción, algo les decía debían cuidarlos y protegerlos, y más tarde, también a las que les daban su origen, porque pronto el recambio generacional cobró importancia para mantener un clan. El esbozo de familia se estaba configurando, pues a pesar que cualquier cachorro despertaba una tenue bondad, aquel que provenía de la propia semilla mantenía el legado único de la herencia. Sin entenderlo por completo, se sentía, y conducía a la protección por sobre la propia vida.

En algún punto de la cronología, compartir cobró mayor dimensión que disputar por los recursos, y a un puñado le pareció más accesible que a otros. Instando a seguir esos ejemplos, pusieron en funcionamiento un músculo que estaba por encima del hombro, y no debajo como el que se estaba empleando continuamente, que abrió las puertas hacia eras más luminosas.

Unos pocos sintieron que el camino era diferente al de todos. Esos, marcaron los cambios.

ERA PREHISTÓRICA

EL INICIO DE LOS CICLOS

ERA ANTIGUA

PRIMER CICLO: PARA SER RECORDADO

Eran tiempos con luz propia, que ayudaba a guiar en espacios oscuros.

Era una era de progreso, pero el aislamiento exigía comunicación y colaboración.

Con generaciones detrás y una leve idea de que no estaba solo en la tierra, el hombre dominaba desde su mente a las criaturas que lo acompañaban en su diario quehacer. Como costumbre establecida, poblados enormes con casas que protegían a familias enteras, ya coexistían en delicada armonía, habiendo dominado la agricultura y ganadería, el alimento e hidratación no eran temas de preocupación severa. Sí lo eran las extrañas apariciones de acontecimientos que agostaban hasta pueblos enteros, borrando la vida de animales y hombres de las más variadas formas.

Para protegerse, había quienes elevaban sus brazos a los truenos suplicando su auxilio; imitando a sus antecesores, se alzaron edificios para entregar parte de carne y cultivo como ofrenda en sacrificio; no pocos saludaban al sol cuando aparecía y lo despedían en su atardecer, pidiendo a su favor en trueque de su tiempo, buena cosecha y alejamiento de los males; algunos colocaban sus manos en el suelo, pues lo que brotaba de él aún era milagro, porque unas gotas se transformaban en precioso alimento, y hacia la tierra apuntaban sus plegarias.

Atosigados por el polvo y la suciedad, armadas pequeñas ciudades y abastecido el estómago, no existían preocupaciones por algo más, pues la comodidad exigida por antaño estaba cubierta. Sólo movía la voluntad la incertidumbre al momento de ser castigado por alguna plaga, visible o no. Harapos cubriendo sus cuerpos, en algunos se inició la chispa del comercio, intercambiando prendas de mejor calidad por alimentos o piedras de color, y castas de mayor jerarquía se imponían ya no solo a fuerza de puño, sino de posesión.

Uruk, joven inquieto y resolutivo, sentía gran admiración por el cuerpo humano, fascinado por el recambio de materia que le exigía comer y eliminar lo transformado continuamente. Guiado por el temor, su pueblo oriundo exterminó al vecino que estaba siendo acechado por un fuego que salía de las entrañas, los hacía gritar y temblar hasta quedar quietos. Alejado del conflicto, Uruk escapó del ritual de celebración de su poblado en plena fogata y humo, para asistir a los azotados. La conmoción frente a la muerte y el horror del acto desenfrenado, llevaron al joven a las lágrimas de la impotencia por las consecuencias de tamaña locura.

Fino observador, la descomposición de los cuerpos y la repulsión del hecho de que los insectos se apoderaran de los cadáveres, le dio la idea de enterrarlos fuera de donde estaban los caballos y vacas, tarea que le llevó varios días. Movido por el hambre, un pequeño sobreviviente oculto entre los animales, apareció frente a Uruk, entregado en voluntad y quebrado en dolor. Galgam, fue amparado por la familia de Uruk como un integrante más al volver a su lugar, pero algo le daba vueltas sin entender qué era, disturbaba su incipiente mente cuando volvía con el pequeño de nuevo a sus tierras.

Una genuina amistad se trabó entre ambos, como si se conocieran desde antes. Uruk le enseñaba sus observaciones, desde que un viajero alguna vez que los visitó se hiciera llamar curador, el ansia por probar y conocer se despertó en él, algo que el más joven parecía tener innato. Galgam estaba más orientado a la naturaleza, hablaba de patrones de movimiento de las aves y los cambios en la temperatura para mover las nubes y traer lluvias. Juntos, iniciaron una clasificación de plantas y hongos según los animales los ingirieran o no, hasta dar con los más nutritivos que comenzaron a cultivar y comerciar.

Tras haber algún fallecido en la aldea, Galgam amplió su repertorio de intereses dedicando su afición a la arquitectura humana, y ambos se volcaron a enterrar a los difuntos en las afueras. En un trozo de arcilla, comenzaron a colocar una raya por cada uno de los caídos, para contar cuántos había. Ninsu, fiel amigo del padre de Uruk, les observó que así como otras culturas dibujaban en piedra sus manos y contaban sus historias de caza, podrían generar algo que identifique a cada uno, pues la muerte de su Liika era demasiado penosa y no pensó que más allá de su partida, quisiera al menos, poder hablar con sus restos que ahora no sabría ubicar.

Ensayaron varias opciones hasta dar con la piedra, que al ser tallada no se perdía con la lluvia o el viento, pero era mucho más difícil de trabajar que la arcilla. Kulab, Enki, Ina, Erid… algunos agregaban una silueta, una casa, una virtud.

Sumeri, un obsesivo de lo material, encontró un incentivo para organizar sus negocios tras adoptar las tablillas y contar sus bueyes. Entre viajeros que llegaban al pueblo a vender sus telas y comprar hongos, y aquellos que emigraban y llevaban sus escritos, la curiosidad de la nueva forma de expresión comenzó a instalarse en más mentes. A pesar de querer acaparar la atención y ostentar, al no tener el propósito claro, Sumeri optó la humildad de orientar a los que preguntaban, hacia los amigos Uruk y Galgam, los verdaderos creadores del lenguaje en símbolos. ¿Cómo se escribe una vaca? ¿Es igual a un caballo? ¿Se puede escribir todo?

Estimulados por los interrogantes, comenzó la estandarización de las palabras más simples. Ayudados por los hijos de ambos, se les unieron los eruditos de la ciudad para complementar sus mentes, y pensar, ya no para ellos, sino para la herencia a futuro de toda la humanidad. Años más tarde, esparcido todo un sistema novedoso de comunicación, emergía por un pueblo y algunos lugares cercanos, frente a la oposición que la inercia y la comodidad ante lo nuevo brindaba: cada vez más eran los que querían aprender.

Uruk le compartió a Galgam lo que le aquejaba cuando lo rescató, tras mucho demorar la unión de los hechos y enterrar a tantos de los suyos durante esos años. Los cadáveres generan ese olor que atrae a las plagas que pudren la cosecha, le relató el mayor, y podría ser que tomen un cuerpo sano, y lo destruyan como ocurrió en mi aldea, completaba Galgam, que revivió tras largos decenios, esa amarga instancia de su vida, y recordó que todo había iniciado con una familia manifestando tener frío, pero la piel caliente, y expandiéndose luego a casi todo el poblado con el mismo efecto. La gran preocupación de ambos se enfocó rápidamente en los templos con sus sacrificios y la acumulación de carne putrefacta. Con algo de prestigio por sus logros, apelaron

a la razón de quienes practicaban esos rituales, pero recibieron el primer portazo de la rigidez por el dogma. El temor por desprenderse de la rutina los dejaría desprotegidos de los males y al acecho de la ira de las divinidades.

El hijo mayor de Galgam, Nung, continuó con los estudios sobre la descomposición de la carne, y reafirmó las observaciones sobre los cadáveres y la relación con los males. Unidas, ambas familias lucharon por aquello que sostenían que ponderaba como un bien para todos, pero el recrudecimiento de la creencia, que sólo se prestaba para ser atendida por las estrellas y los rayos, hizo que los oídos devotos perdieran el consejo de la palabra sabia.

Envejecían ambos, mientras sus familias sumaban en número, y la tierna amistad que surgió de la más amarga de las injusticias, hizo que miraran hacia los mismos ideales acorde más compartían la vida. Sus fieles compañeras, admiraban la potencia que tenían esas dos mentes al trabajar al unísono y la destreza con que su seguridad les permitía moverse por el mundo. Innúmeras veces en reuniones, sus observaciones escalonaban a maravillosas expresiones de teorías y descubrimientos de la naturaleza, y todos gustosos arrimaban su parte en el diálogo.

Varias veces Uruk le confesó a Galgam una sensación, más no una certeza, de conocerlo de antes, antes de rescatarlo de su aldea. Aquel en gratitud por su acto, manifestaba como si siempre hubiese estado en su vida, casi no recordaba sus tiempos sin su amigo, y que el vínculo que formaron le hizo olvidar el mal que le produjo vivir entre quienes arrasaron su lugar de raíz. La emoción por tales manifestaciones sensibles, hizo que el interrogante de la existencia se planteara, buscando alzar la mirada en forma figurativa, para entender la pequeñez en la que estaban ubicados frente al colosal desconocimiento de lo creado.

Uruk dejó el mundo sin cesar su lucha en pos del conocimiento. Fue enterrado y la piedra tallada en su honor creó un emblema de inspiración para otros, y lo que se puede alcanzar en vida. Gran expresión humana el llanto, manifestando incomprensión a lo que le ocurre a otro, pero con impacto en uno. Esa tarde se descomprimieron muchos pulmones, pero sin dudas el de su más antiguo amigo sobresalió incluso por encima del de los nietos e hijos.

Galgam y miembros de ambas familias siguieron en contra de los sacrificios y su cultivo de pestes, contienda en honor a Uruk, mas lograron liberar apenas algunas pocas mentes afines, pero sin erradicar la causa. Ya viejo, no pudo ocultar su tos, y los rencorosos que conocían su pasado, invocaron el temor de la repetición de los hechos de su aldea. Iracundo por semejante injusticia, pronto se vio rodeado por un número mayor de miedosos, que como tales, son el peligro para la condición humana intacta, y no tuvo otra alternativa que sacrificarse solo al exilio en protección de todos sus allegados.

Su esencia roja escapaba entre los dientes, y no dudó en volver a su aldea destruida. Largos pastos permitieron que algunos animales se apoderaran del lugar, con el deterioro de los hogares que no cuidaron quienes alguna vez habitaron felices. Entró a su vivienda, paseó por la roca que los protegía, y el tacto de los dedos activó las memorias de una infancia alegre, interrumpida por un momento inexistente por su brevedad en el universo. Volvió a donde se había escondido por días hasta ser hallado por Uruk, quien le salvó la vida de más de una forma. Caminando, llegó al lugar que dio comienzo al rito de enterrar a los que abandonaron el cuerpo, y para su gran sorpresa, flores de colores habían emergido en un jardín que creaba de las cosas más hermosas vistas por aquel anciano cansado. Lloró, en silencio, porque estaba solo.

Sentado a la sombra de un árbol, comenzó a tallar sus pensamientos, pero éstos eran mucho más rápidos que sus manos, y las palabras quedaron aisladas.

Vivir, si se muere.

Otros viven en mí, no están.

Volver a encontrarnos, morir y no morir.

Lo que conozco no se pierde, muero y ello vive.

Una vida, muchas vidas.

Encontrar el propósito, acercarse a la creación.

Pasó sus últimos días planteándose la incógnita de la muerte, pensando en sus logros, su mujer, hijos y nietos, mirando las estrellas, mirando el jardín con la muerte debajo, plasmando todo en su poema, el poema de Galgam. El legado de ambos creó un punto de inflexión en la humanidad.

Algunos vieron la proyección y beneficio de la escritura y la lectura, venciendo la dificultad que implicaba dominarlos. Esos, guiaron la marcha.

ERA OSCURA

PRIMER CICLO: ABANDONADOS

Eran tiempos de incertidumbre y oscuridad, a pesar de que el hombre dominara el fuego.

Era una era de violencia e imposición, que determinaría el estado mental de la humanidad por miles de años.

Ciudades enteras, erguidas a fuerza de vidas entregadas a una obra que esos ojos no verían ni disfrutarían de sus comodidades, se alzaban por el territorio conocido, mas a lomos de cuadrúpedos mamíferos llegarían solamente según su capacidad les permitiera viajar. La fundición de metales era una labor jerarquizada y expandida por doquier, cuyo fin mayor era el de proteger el torso de la lanza enemiga. Aires de expansión dominaban a los estados más numerosos, sin un claro propósito más que el de someter al vecino al yugo de la propia fuerza.

La moneda se instauraba como patrón de intercambio, pero lejos estaba de dominar por sobre el trueque. Comida y vajilla eran el principal comercio, y los trabajos estaban situados en labrar la propia tierra principalmente, y mantener vivos a los animales que servían para mantener vivos a sus dueños.

Con sucios trapos vestidos, las personas deambulaban durante el día buscando el quehacer.

Establecidos como familias, las castas estaban bien diferenciadas por su situación monetaria, y ya hacía tiempo una suerte de monarca se apoderaba de una silla alta, y jugaba a mandar a los demás, como un hermano mayor suele hacer en ausencia de sus padres. Alejado del pueblo, dictaba leyes y establecía normas con una bandera plegada, cuya insignia escondía la ostentosidad y dominio. Alguno había logrado ser un poco de guía para la ignorancia del pueblo, pero el sopor de la inercia mental no toleraba las palmaditas de los cambios que llevan a la superación, y se les exigía abdicar.

La multiplicidad de deidades creadas dificultaban la decisión sobre a quién dedicar las plegarias. Tanta mística frente a lo que se podía pedir, se exigía de continuo una mejora de la calidad de vida, o se pedía lluvia y que creciera el fruto, poder cazar, protegerse de las enfermedades, a favor de una guerra, y tras la muerte, que se pueda ser feliz en un lugar donde los ojos no ven. Promesas por oraciones, una entre todas ellas iba conquistando más adeptos.

El tributo al conocimiento estaba claro desde generaciones atrás, bibliotecas con papiros y algunos libros eran faros para los que sentían la inquietud por alejarse de la rutina brindada por sólo dedicarse a sostenerse en vida. El hambre tenía otra forma, moviendo a hombres y mujeres a saciarse con la elaborada madera cubierta de elegante tinta, y no sólo con pan y peces. Ponderada la profesión de escriba y lector, no todos accedían a tamaño honor, pero se reconocía que el progreso vendría por ese lado.

Edriano, prestigioso bibliotecario de marcada edad, se mostraba siempre dispuesto a compartir sus escritos con quienes apreciaban lo que la ciencia estaba alcanzando. De movimientos lentos, sus labios parecían estar desfasados de todo el cuerpo, como si una desesperación apremiante lo invadiera de continuo, pero no tuviera el acompañamiento esperado por el resto de sus músculos.

Constanto, el nuevo emperador, parecía estar a la altura de un nuevo legado, apreciado como justo y reflexivo en su carrera de ascenso. Lo impulsaba la búsqueda del orden social, considerando que desde su mirada, el caos que generaba el crecimiento poblacional, las muertes provocadas por guerras y pestes, el vandalismo por pura diversión y las desigualdades que iban apareciendo por la adquisición de riquezas y peleas por terrenos, hacían necesario que una ley se proclamara y llamara a la paz. Bajo su parecer, una mente fuerte y liberada debía ser el estandarte para inspirar y ser seguido por aquellos que deambulaban en la desorientación.

Un sinfín de monarcas lo habían precedido, prevaleciendo en el poder para saciar un estómago ahuecado y la lascivia por la sangre de sus lacayos. Por ello, entre sus primeras acciones, el flamante líder canceló todo tipo de juego donde se peligrara la vida de los contendientes, y se volcó a la no expansión del territorio, para poder gobernar justamente dentro de los límites ya exageradamente alcanzados tras sendas batallas.

Algunos pensaron que era un cambio favorable, priorizando la vida frente a la barbarie, pero no todos estaban de acuerdo, se le estaba quitando la diversión al pueblo y la invención de un enemigo lejano, acto indispensable para habilitar la creación de problemas dentro de los propios límites. Aún así, al enterarse de este cambio, Edriano, entendió que probablemente había hallado a un aliado tras largo andar.

¿Qué se necesita para poner orden a una sociedad que pide desesperadamente en sus actos, un poco de lucidez? ¿Puede alcanzarla por sí misma?

Comerciantes de renombre y eruditos fueron convocados por la autoridad en una expresión de modestia y buena voluntad, para oír sus preocupaciones, pero por sobre todo, hacer llegar lo que estaba siendo preparado a lento fulgor.

Edriano limpió su mente al recibir tal invitación, pero más preparó su corazón, puesto que sentía que era un momento trascendental para su vida, y una oportunidad mucho más grande que su propia existencia. Aún estando prevenido, lo sorprendió sobremanera lo que Constanto tenía para decir, luego de escuchar a algunos quejarse del dinero y que no había suficiente de nada.

Tras largas reuniones con túnicas y velas, se estaba alistando un movimiento ciclópeo de implementación dogmática de una creencia por sobre todas las existentes: el Brahmismo. En el aniversario de los 400 años de la revelación divina de toda la creación frente a los ojos de Ibraham, cuando en el cielo fue escrito su mismísimo nombre con las estrellas de una noche magnífica, y se le develó el camino que debía seguir el hombre para ordenar su vida en la tierra y alcanzar la salvación más allá de su estado físico al ser llamado a su muerte. Las plegarias se enfocarán en una única deidad: las estrellas, divinidades que desde el firmamento observan la conducta de todos los súbditos poblando el orbe, generosas durante el día dejan obrar en libertad, para manifestarse de noche y dar cuenta de las acciones buenas y malas de todos, para juzgar en el fatídico instante, si se es merecedor de un descanso tranquilo y feliz, o de un castigo inimaginable. El soberano continuó su discurso diciendo que aquellos que cometieron atrocidades en vida, al partir de esta tierra serán atados y prendidos fuego, pues la llama es algo que todos conocen, todos se han quemado alguna vez en sus hogares, y han padecido el daño que este produce, así nadie quedará ajeno y será ampliamente comprendido su efecto, además que cientos de lanzas atravesarán sus cuerpos, sus lenguas serán cortadas, sus ojos mutilados y sólo podrán oír el grito de infantes llorando, y el de otros hombres padeciendo el mismo castigo, y en ese estado de agonía, serpientes recorrerán sus pieles y morderán a gusto todo el cuerpo. Para poder expiar los errores en vida antes de pasar al espacio metafísico, contarán con templos y facultativos que harán de intermediarios para orientarlos en la depuración temprana de sus atrocidades, y así alcanzar la posibilidad de acceso a una serena estadía extracorpórea.

Edriano, como si su cuerpo se hubiese convertido en roca, quedó en silencio sin oír el relato de Constanto que continuaba describiendo las bondades de acatar sus ocurrencias, lejos de comprender y aceptar lo que estaba oyendo, por primera vez sus labios se movieron lentos y silenciosos, acorde al resto de su cuerpo.

Algunos pocos rechazaron en discreto silencio tales aseveraciones. Esos, crearían una herencia especial.

ERA LUMÍNICA

BASES PARA UN NUEVO FUTURO

Eran tiempos de revolución, porque el abuso superaba cualquier acto tolerable.

Era la era de decir basta, y preparar la mente y el corazón para lo nuevo.

Cual letargo por una dolorosa anestesia, el pueblo había despertado de una exageradamente prolongada cirugía, quedando inmóvil por su efecto, en la que tejido a tejido se le había ido desprendiendo sin su consentimiento y debilitado así, debió ejercer el único músculo que puede vencer la hipocresía.

Siglos habían pasado desde el descubrimiento de una nueva masa territorial más allá de los límites conocidos. Nuevo mundo se lo llamó, por el despliegue de campos que apabullaban a los ojos, tan grande o más al mundo ya conocido.

La pólvora en secos y aturdidores disparos fue la clave para dominar a los alabadores de serpientes y monos con plumaje, que al presentarse casi desnudos dieron la excusa para ser abolidos. Creyéndose superiores los viajeros arribados, conquistaron a base de someter al credo por considerarlos alejados de la verdadera deidad.

El escandaloso saqueo intercontinental llevó decenios, que sirvió para abultar los cofres de quienes podían costear hombres y recursos para una ida y una vuelta. Esclavos de piel sombreada y esferas de colores brillantes hicieron elevar el poder de monarcas que se establecieron como gobernadores totalitarios por la acumulación de tierras que jamás verían, pero que llevaban clavadas una bandera con su nombre, aunque tuviera el escudo de su país. Guerras y disputas en terrenos que para algunos eran inventadas, aumentaron la grieta entre naciones que peleaban por un árbol más, un río a favor o una montaña alejada, especulando riquezas por sobre la vida humana.

El foco puesto en el autoritarismo y la adquisición, hicieron que el pueblo estuviera delegado a su buen actuar, pero la masa necesita mano firme para ser moldeada, de lo contrario crece sin restricción, y a fuego lento por algunos siglos, estaba a punto de efervescer.

Una de las mentes que había notado esto, era la de un avispado señor de decisión y profunda capacidad pensante. Niklo Connorcers era un estudioso de las causas, y potente conocedor de la historia, notaba evidencias inminentes de una sociedad convulsionada por la injusticia y la búsqueda de la equidad por resolución propia. Considerado por sus allegados como un volcán de erupciones voluntarias, pronto se lo fue asignando tácitamente como futuro líder del movimiento.

Reunidos en cafés, entre tantos, otra figura comenzó a surgir como aspirante, más a caudillo que a paladín, por su ímpetu rebelde y acalorados debates que siempre finalizaban en tonos elevados: Maximum Gobspier era un joven idealista que se compenetraba demasiado por lo que consideraba recto y bueno, que lo llevaba a ser totalitario e intransigente frente al menor ademán de contradicción. Atento y adelantado a su accionar, Connorcers se percataba precipitadamente de los arrebatos de Maximum, y trabaron una amistad por compartir ideales, viendo el potencial en el muchacho para lograr cambios profundos.

Juntos empezaron a diagramar un golpe intelectual frente a la monarquía reinante. La imagen de una democracia aparecía como horizonte a perseguir, pero exigía dignos representantes para ser declarada como real. Con el principal objetivo de conseguir aliados, consideraban que los intelectuales y eruditos, blancos de su búsqueda, se encontrarían en amplio debate en cafés, con un libro sobre la mesa, o con la mirada perdida sobre la sociedad perdida. Sendos guerreros de la oratoria, siempre encontraban la manera de abrir un frondoso coloquio para que de las mesas allegadas se unieran otras mentes, e inspiraban respeto para mantener activos los labios y no los puños.

En intimidad, ambos amigos compartían sus penas e ilusiones. Sereno por demás, Niklo siempre terminaba silenciado por los arrebatos impulsivos de su compañero que exteriorizaba toda clase de pensamientos atolondrados que luchaban por escapar de su recinto mental. Mirándolo fijo y con cierta ternura, no dejaba de oír las ocurrencias del joven, pero a la vez recordaba eventos que lo llevaban a vivir lo que ahora estaba sintiendo, y con el candor de esa prudencia, era que Gobspier terminaba con la sien calmada por el fulgor del corazón conmovido.

Luego de minutos de soliloquio, Maximum bajó su mirada y buscaba convencerse de lo que harían, pero para él sería mucho más rápido un movimiento violento, arrebatar el poder a los poderosos tal como lo hicieron con todos. Esto es mucho más grande que nosotros dos, que nuestras vidas, le contradecía Niklo, y hemos visto durante milenios cómo los enfrentamientos armados han creado más atrocidades de las que el ser humano puede soportar. ¿Y qué pasa si morimos antes de ver los cambios? ¿Qué haremos en la siguiente vida? Le recriminaba Maximum. El más anciano sonrío por la frase, porque entendía todo el significado que ello encerraba, y con el amor que sólo un ser querido de amplia comprensión puede brindar, le acarició la mejilla, y le dijo que siempre se preocupaba por la siguiente vida, pero tenía que vivir ésta dignamente para que en el futuro tuviese algo que recoger. Asintiendo no completamente convencido, desvió la mirada al techo y aplacó sus fuegos.

Rememoraron algunos personajes llamativos de los últimos meses que habían conocido y podrían ser grandes aliados. Niklo puntualizó a Frans Voluntér, filósofo acaudalado y con público enfrentamiento a las creencias y defensor de la ciencia; Constan Volei, viajero conocedor de maravillas exóticas y escritor de pura lógica; Den Ditrot, científico enérgico con la idea de crear una sistematización del conocimiento. Maximum anotó a los propios observados: el principal era Jor Dagtom, abogado de gran labia cuyo rostro marcado denotaba fortaleza de carácter; y Japol Murat, médico de vasto conocimiento científico, curioso por el acontecer del ser que no es meramente físico.

Para discreción y accionar inteligente, optaron por formar una sociedad secreta, cuyo fin sería engrosar las filas intelectuales para un ataque pacífico al poder, representado por la monarquía y las Stellas.

Unos pocos fueron limpios de corazón para entender la trascendencia de los hechos. Esos, descifrarían el verdadero campo de lucha, y volverían con mejores armas.

ERA DEFINITORIA

CON CALMA Y PERSEVERANCIA

Eran tiempos de mucho temor, pues cualquiera podría desaparecer.

Era la era de la lucha por los ideales, y el momento de una nueva era.

Maravillados por tanta tecnología, todavía las mentes no se adormecían bajo el catódico efecto de las luces en tono de grises. No todos los hogares podían gozar de las pantallas frente a sus sillones, por lo que aún no reemplazaba a la radio, voz sagrada que lo que emitía era ley.

Automóviles duros como piedras florecían en las calles de las ciudades lentamente, el átomo estaba siendo desintegrado en las más grandiosas teorías, pues nunca antes la humanidad había apilado a tantos doctores en física en la historia, que dieron origen a prodigiosos avances en todas las ramas de la ciencia.

Una tabla de elementos químicos que no dejaba de expandirse rendía cuentas de lo que componía al hombre, y la aplicación de vacunas comenzaba a extender la esperanza de vida a nivel mundial. Aún así, una crisis económica cataclísmica estaba afectando a gran parte de la población, con tantas cosas resueltas para la comodidad corpórea, no le era posible ajustar al ser humano su vida a lo espiritual, apremiado por la desesperación material.

La paz era una ilusión, lejos de expresarse en muertes todavía, en las mentes de los hombres la savia de la intolerancia recorría de tallo a punta, que desprendería amargos frutos en cualquier momento. Pequeños conflictos limítrofes hacían que las ansias de batalla anunciaran signos de maledicencia, ora justificados, ora por aburrimiento. El alcance tecnológico bélico desplegaba máquinas y rifles hasta ese momento no vistos, con mayores cadencias, mientras que elefantes de metal generaban las explosiones más temibles en comparación a años atrás. Celosos entre ellos, los gobiernos trabajaban además bajo sábana tapando sus experimentos, deseosos de ponerlos a prueba en otros sus macabros descubrimientos.

Tiempos dorados para artistas, irían marcando tendencias de costumbres tanto de moda como de actitudes. La automatización se imponía, elixir salvadora para muchos, cajón negro para otros. Era una era de comunicaciones, pero pronto la humanidad quedó hueca de palabras.

Las metrópolis ahora competían en diseño, rompiendo récords de altura ya que no superando la que alguna torre celestial de antaño buscara alcanzar, se contentaban con dejar más abajo a la ciudad vecina. En una de ellas, se llevaba a cabo la reunión de los miembros de “La tercera prueba”, orden que mantenía su secretismo por salud propia.

El nerviosismo ambiental aumentaba el cuchicheo de los presentes. Sin demasiado preámbulo, se le dio la palabra a Mir Weesom SearchHill. Como si su cuerpo viajara a otros tiempos, a pesar de sus largos años a cuesta se movía con soltura y agilidad . Robusto de contextura, escondía su rostro tras apoyar ambas manos en su bastón, y aunque nunca mirara lo que pasaba a su alrededor, estaba enterado de absolutamente todo. Cosas extrañas ocurrían en su presencia.

De un sobresalto se levantó de su silla y caminó al tic-toc de un bastón que su mano derecha no parecía forzar en apoyar. De amplio mentón y carrasposa voz, el profesor SearchHill comenzó a dirigirse al auditorio.

Agradecido por la asistencia de los 8279 miembros, número que inspira para una verdadera transformación alquímica, no puedo dejar de sorprenderme que todos aquí no hayan omitido esta cita, por demás importante para toda la humanidad. Sé de algunos que debieron hasta tomar un avión para llegar, soberbia hazaña para esta modernidad. No son buenas noticias las que traigo, pero no nos amedrentemos, ya hace más de un siglo que nuestra orden fue iniciada por Niklo Connorcers para liberar las mentes de la opresión de la mentira, y nuestra lucha no ha cesado ni un sólo día. Todos han hecho una labor extraordinaria en los ambientes que les ha tocado combatir, la discreta tarea de hacer pensar a los líderes del mundo para no caer en el impulsivo acto de los arrebatos pasionales, nos ha permitido crecer en mil y un aspectos sociales, más esto es apagar los incendios de los efectos, sin todavía llegar a la causa. Han logrado posiciones prestigiosas en diferentes países, y han servido para susurrar a un oído que anhela un bien mayor, titánico, que cambiará el destino de todos los hombres. Mientras ustedes cumplían su magnífico quehacer, en un grupo hemos estado también moviendo las manos cual artífice para crear una obra que hará desplomar el telón de este teatro que tanto ha sido aplaudido por las masas. Aquí todos buscamos el bien, el ascenso a los grandes albores de la sabiduría y la plenitud de la mente y el corazón para entrar en contacto con la creación que nos rodea. Muchos han adquirido grandes conocimientos, accedido a arcanos inimaginables para el común de los seres, se nota por el estado mental que tenéis, y la avidez de vuestras conciencias. Hoy, todo lo que son y saben, será puesto a prueba.

Hace un mes, el ya conocido General Radikl Heela, fue promovido como máxima autoridad de su país tras el incendio del oratorio más antiguo de su patria. Me estremezco al pronunciar su nombre. Con la excusa de un enemigo extranjero, las tropas locales bajo su mando se están armando militarmente para una invasión inminente al pueblo vecino por este supuesto ataque, pero nuestro aliado Iken Senhower sabe perfectamente que este atentado fue autoprovocado. Esto prueba que la creencia siempre buscará pretexto para manifestarse, y en estos términos, afectará la integridad de cada nación del mundo. Como si fuera poco, ha movido sus redes para alinearse con el extremista Hanry Himar, cuyas ideas de ser descendientes puros de sangre de Ibraham y exterminar a los infieles, han encendido la llama de la obnubilación que nos llevará a todos a terrenos peligrosos. Se comenta además, de alianzas con personajes como Bento Mosulin, miliciano encolerizado con la vida, que siempre busca demostrar su exuberante despliegue armamentístico. Estimados, la mecha de la guerra se está acortando.

Tras milenios, la humanidad no ha comprendido que pelear unos contra otros no es el camino, en gran parte porque quienes dirigían los ejércitos no vivieron la crudeza y el horror del campo de batalla, y a su vez, porque el pueblo que padeció semejantes tragedias no tiene aún la valentía y la organización para oponerse a los caprichos de su representantes.

Los tiempos apremian, a pesar de que poderosísimos telescopios han demostrado que las estrellas son astros gaseosos a millones de kilómetros de distancia, las plegarias hacia ellas siguen siendo prioridad de la gente, por la inherente necesidad humana de reconocerse retoño de la creación. Pero los senderos se han perdido, los conceptos, desvirtuados, y la moral está en plena aberración. Es hora de enseñar al mundo el verdadero destino, no porque yo lo diga, sino porque será la misma naturaleza quien guiará a las mentes y corazones de todos y llevará a oír el clamor interno de cada individuo en la necesidad de un porvenir más esperanzador.

Estamos retornando a la misma fase astral que hace dos mil años. Es inaplazable el evento cósmico que vamos a presenciar, pero no será apreciado por los debidos, sin el correspondiente conocimiento. Para ello, estamos ideando la más genial de las revelaciones jamás vistas por la humanidad, pero las piezas para que ello ocurra encajan casi a nivel milimétrico, y con el apuro que los hechos mencionados suscitan, la precisión se hace ardua.

En otros momentos sería el primero en liderar hacia la batalla y no tendría más que ser sincero ofreciendo sangre, sudor y pólvora por un ideal mayor, pero se han puesto en movimiento desde tiempos remotos con gran sapiencia, los pasos para dar por primera vez, un vuelco favorable al destino de la humanidad.

Cada miembro recibió con optimismo la orientación de sus futuras acciones. Un selecto grupo quedó en una gran habitación, mientras Mir Weesom SearchHill apoyaba su frente en sus manos, que a su vez, se sostenían de su icónico bastón que tenía dibujado dos triángulos blancos a sus lados. Apuntaba sentado hacia la ventana, pero sus ojos no se enfocaban en la lluvia. Al estar yo cerca, me dijo que recordaba antaño un tiempo en que su familia tuvo que soportar una gran tormenta sin manera alguna de escapar. Cada vez que veo este panorama y la facilidad con la que ahora estoy protegido, me despiertan eterna gratitud por los avances que se han logrado, terminó diciéndome.

Un mozo nos acercó las bebidas, y una pequeña araña asomó por debajo de la mesa, haciéndole exclamar un seco grito de temor. Simpatizando con él tras sus disculpas por el derrame, le dije que mucha gente padecía esa fobia, mi madre, dos hermanas, unos vecinos, y todos se sumaron a esa observación. Cortando las declamaciones, el profesor SearchHill se levantó y nos miró, con su voz solemne dijo que eso se remontaba a experiencias traumáticas pasadas que debían ser revisadas con la debida astucia, yo antes le temía a las serpientes, agregó en confesión. Con esa entrada, guardamos silencio para oírlo a él.

Tras dos pasos, dos golpes al suelo con su bastón parecieron invitar a todos a tomar asiento, no había mente más preparada para sujetar las riendas de tal descarriado potro, ni corazón más puro que pudiera guiar por el empedrado. Con una confianza visible pero profundo respeto, el general Dugleon Macarty le preguntó, Weesom, ¿es tan grave la situación? Sí. ¿Se acabará alguna vez? Mutará, la creencia tomará otras formas que no me atrevo a imaginar del todo, políticas, sociales, fanatismos de diferentes índoles, pero lo más difícil, es desarraigar el fondo que conllevan: un propósito noble, que se desvirtúa en el andar. En estos momentos es imperioso prolongar lo más posible el comienzo de las hostilidades armadas, la madera mental está tan seca, que el incendio podría propagarse a niveles insospechados, posiblemente acaparando a una multitud considerable de países. Las cartas están repartidas, y debemos jugarlas con inteligencia, depende de todos lograr que una masacre a escala global ocurra o no.

No sé qué pueda suceder si esos pensamientos de magna intolerancia no se alejan de Radikl Heela. Weesom se estremeció ante ese nombre. Como acto de buena voluntad, mi propio hijo, el Diux Frandinand SearchHill, visitará a la familia del general en sus tierras, ya que compartió años de estudio con su hijo en la mocedad. Mientras nuestro comandante Dugleon Macarty hace el inventario de las reservas de municiones argumentando falta de calidad para su utilización, el señor Iken Senhower moverá sus contactos para hacer una presentación por televisión coordinando con la mayor cantidad de emisoras posibles, y yo concluiré con mis investigaciones en el desierto. Todos tienen a su alcance, hacer algo para prolongar el inicio. Dudo que a estas alturas sea siquiera un derecho el pensar el detener el odio gestado que ambiciona sangre enemiga, pero si todo funciona, podremos impedir un terrible holocausto y disminuir los daños. Todos pueden hacer algo, todos, quienes más dificultosa tarea tienen son nuestros miembros cercanos a Mosulin, Himar y Heela. Me estremece ese nombre. El accionar individual ordenado hacia un fin mayor, puede cambiar el mundo.

Unos pocos mantuvieron la entereza de espíritu frente a los aciagos eventos, e hicieron su parte colaborando con su esfuerzo e inteligencia. Esos, fueron pioneros de un futuro prominente, y dignos de disfrutar de él.