ERA OSCURA

PRIMER CICLO:

LA GRAN DESILUSIÓN

Todos los que escucharon al emperador Constanto, permanecieron en silencio, ora por no saber qué decir, ora por temor. Se miraban entre ellos, quizá con la duda sobre si tremenda sentencia ya estaba vigente y podrían ser enviados a semejante castigo por contradecir. Alguno se atrevió a preguntar, ¿qué podemos hacer para merecer la tan ansiada paz que aquí no conseguimos? Ser buenos, pagar su comisión a la nobleza, dar de sus alimentos a quien lo necesite, cuidar por el bienestar de sus hijos, de su esposa, de su vecino, no tomar lo que no le corresponde, dedicar sus plegarias a las estrellas, realizar ofrendas, acudir a los templos de súplicas regularmente, y siguió y siguió…

No se había aclarado demasiado, y tampoco se pudo retener en gran parte lo que se enunció, y pronto surgieron más preguntas, como qué ocurrió a los que ya habían muerto, qué oportunidades habían tenido, qué pasaba si se mantenía también el rezo a la Madre Tierra, a Rey Trueno, al Serpentauro, a Ishalu, a Davel, y tantos otros. Ninguno más está permitido.


Con el corazón saliendo de su pecho, Edriano levantó la mano y apenas lo miraron, comenzó a hablar. Entiendo que se busca poner un orden a la caótica sociedad en la que estamos viviendo, con tantas matanzas, saqueos, y el cataclismo moral que estamos atravesando. Constanto y sus seguidores asintieron. Tengo una propuesta para formular, puesto que en mis recónditos viajes he observado algo que funciona maravillosamente: la búsqueda del conocimiento. Intrigados, todos miraron al que parecía un anciano, meramente en su parte externa, para escuchar lo que con tanto entusiasmo transmitía de esos labios que volaban. Así es, continuó, eduquemos a la sociedad, abramos la mente para que se mantenga activa en el mayor de los placeres que el hombre puede tener: saber más de lo que ya sabe. Yo tengo mi biblioteca enriquecida de libros y papiros que guardan secretos de épocas remotas, que en manos de jóvenes con ansias de aprender, podrían dar un impulso inmenso a nuestra ciudad, y tal vez, al mundo. Pongamos nuestra atención en las nuevas generaciones, que están llenas de energías pero con una desorientación enorme, debido a esas manifestaciones sociales que ustedes han enumerado con tanta precisión; ellos pueden dar un giro a la revuelta moral en la que nos encontramos, si su vida se edifica sobre los pilares que el saber ofrece. Yo me propongo como voluntario para dedicar con todos mis esfuerzos, a ser el primero en orientar a la juventud, poniendo a disposición mi arsenal de papeles y mi tiempo, junto a todos los eruditos que gusten unirse a tamaña empresa.

Entre los titubeos de aquellos que estaban en un principio proponiendo el dogma, dos cosas sobresalieron: el apoyo de varios oyentes a la nueva iniciativa por el saber, y Constanto, que sintió que le hablaron sólo a él, puesto que Edriano nunca había dejado de hincarle la mirada. El emperador se sintió como si le hubiesen disparado varias flechas y derribado un monstruo de oscilaciones que lo carcomía. Sin perder su postura de total superioridad, le preguntó su nombre. Edriano. Acércate. El bibliotecario, a medida que se aproximaba, despejaba sus dudas y se afirmaba en la sensación que lo había guiado hasta ese momento. Eres tú, te he encontrado, hermano…


Portando menos años que su súbdito, Constanto lo miraba con detalle, la boca que parecía moverse sin emitir habla, los dedos que se frotaban sobre sus pulgares como enrollando algo invisible para luego frotarse ambas manos y repetir el proceso, y las pupilas que no se frenaban por un instante. Era puro movimiento. Le pidió que detallara su plan, cosa que hizo con soltura, no era algo improvisado, más bien, basado en siglos de experiencia. Pero más hablaba Edriano, más se percataba que su oyente recibía las palabras con sumo interés, pero sin reconocerlo. Sólo él sabía de quién se trataba, sólo él recordaba.

La actitud tan segura y con autoridad del bibliotecario, sembraron el germen de la esperanza por sobre la creencia, y el emperador, con la última palabra, despidió a todos dando a entender que, si bien se mostraba por completo convencido, sus sacerdotes evidenciaban disconformidad y, con gran discreción, quedó a solas con ellos. Edriano, hizo una reverencia y marchó, no salió incólume, se llevaba con sigo un poco de tristeza porque Constanto no lo reconocía. Pero luego se volcó sobre su alegría, entendiendo que tras largos años, lo había reencontrado.


Todo necesita su propio toque. Constanto convenció a su circundante aforo por el brío de su prístino origen de ascenso al poder, alegando buscar el bienestar para todos, pero muchos callaron sólo por no contradecir al emperador. Tomando la promesa de Edriano para ser pionero en el adiestramiento intelectual de los jóvenes, lo contactó asiduamente para pensar en conjunto la conveniencia de acatar un plan bien organizado. A pesar de poner a entera disposición todos los recursos del imperio, de ser sumamente afable, respetuoso y tener un trato plenamente afectuoso para con él y escuchar cada oración que tenía por decir, Edriano sentía que Constanto se movía por sensaciones, y no por recuerdos mentales, y por ello tuvo la condescendencia de esperar a su hermano hasta que despertara del sopor, si es que alguna vez lo lograba.

Fuera de protocolo, el emperador a menudo se quedaba a solas con el bibliotecario por la confianza que le inspiraba, y por la sabiduría que le impartía. Profundas conversaciones llenaban los dilatados tiempos en donde el ingenioso primer plan, quedaba en segundo lugar. Cierta vez, se tomó el atrevimiento de mostrarle lo que realmente eran las estrellas, la evidencia en sus libros y papiros, el conocimiento milenario de las mismas. ¿No están quietas en el cielo? No, claro que no, se mueven a una velocidad enorme, pero a la distancia desde nuestro lugar, no lo parece, al igual que el sol, su calor es producto de una combustión de increíbles magnitudes que nos permite mantenernos vivos durante incluso la noche. Nuestro planeta es una esfera, contrario a la creencia Basilisca, de dimensiones tan prolongadas que nuestra percepción hace que parezca plano, pero ocurre lo mismo con la geometría solar, y seguramente con las estrellas. Civilizaciones previas han detallado el movimiento no sólo del sol y nuestro planeta, sino también de las estrellas visibles desde nuestra locación. Así, cada un poco más de dos mil años, entramos en una nueva etapa astronómica, debido a la ubicación de nuestro eje terrícola en comparación con las estrellas circundantes, incluso el sol.

Constanto estaba fascinado, atónito, su tablero Real de Ur había sido barrido por completo, mentalmente hablando, se quedó sin fichas para jugar. Edriano, vivaz en su elocuencia, sabía por donde mover sus piezas blancas para descolocar a su adversario, la duda implementada en la imaginación del emperador. Lo llevó a leer los más espectaculares papiros con las demostraciones fehacientes de lo que le transmitía, lo invitó a contemplar el firmamento, y le respondió el porqué titilaban las estrellas, cuáles eran planetas, y el inicio reciente de la nueva etapa astronómica. Poco a poco, por el recorrido de las cámaras secretas de los misterios de la mente, Edriano lo guiaba a Constanto, sin abrirle ninguna puerta, y éste, por su rol en la civilización actual, iba comprendiendo la responsabilidad que recaía sobre él al tener un nuevo conocimiento.


Muchas horas de estudio le permitieron a Constanto identificarse más con el saber, que con la creencia, con el golpe final sobre ellas luego de las comprobaciones que hacía al leer los escritos, y observar cómo se movía la naturaleza. Tal era su estado interno, tan distinto a cuando quería imponer lo que ocurría al morir, que Edriano se atrevió a abrir un pequeño orificio al pasado lejano. No entiendo, le confesaba, cómo se puede sostener que Ibraham, haya visto su nombre en el cielo dibujado con estrellas, es algo que no ocurre, si bien se mueven, no lo hacen para escribir, menos el nombre de una persona. Constanto parecía confundido, pero afirmaba en silencio. He dedicado toda mi vida a recabar información sobre lo que le ocurrió a Ibraham en sus últimos 7 años de vida. El emperador, escuchando, se intrigó, ¿por qué, si es de lo que más información se tiene? Por ello mismo, hay demasiadas mistificaciones, y ninguna parece ser real. Toda su vida previa parecía ser una armonía total, con los pies en la Tierra, cauto y comedido, pero algo ocurrió que hizo que se abocara a llevar esa imagen ficticia a todos lados. Constanto seguía pasmado, Edriano auscultaba lo que acontecía en el interior de su amigo, y prudentemente proseguía su avance cual tablero en llamas. ¿Sabías que tenía un hermano? No no, contestó desconcertado, ¿quién era? Edriano había mantenido la integridad de su ser intacta, hasta ese momento, cuando sus labios volvieron a hacer lo que hacían, moverse sin sentido, y con ferviente trémolo, apretujó los dientes y las manos, parpadeó para que su dique no rebalsase, y con quebradiza voz, soltó: era alguien que lo amaba sin pretensiones. Constanto, levemente conmovido, se obnubiló en sensaciones, que no duraron mucho, y para recomponerse, se excusó que no sabía nada de ello, y se retiró por el día.


Le requirió bastante al emperador acomodar sus pensamientos luego de la conversación con su amigo. Amigo, le decía, porque sin notarlo, fue sintiendo que ese bibliotecario desconocido que se atrevió a contradecir su plan de control social, ahora se volvía indispensable para sus quehaceres. Edriano, dolido y atormentado por los recuerdos, le otorgó una prudencial distancia sin molestarlo, ejerciendo su labor con disciplina orientando a sus estudiantes y eruditos por el camino preestablecido. Viendo que la presencia de Constanto se escapaba de la luz del sol, decidió reanudar sus viajes, que habían sido pausados por su nueva responsabilidad.

En cierta forma expectante por el destino con su amigo el emperador, estaba con unos gramos de melancolía, pero al darse cuenta que su viaje podría realizarlo sin inconvenientes dado el nivel de avance que los jóvenes tenían en sus estudios, y la mejoría que existía en el trato de la gente entre sí en las calles de la ciudad, lo alivianaron en ánimo para poder despedirse por un lapso, y dejar a cargo a sus subordinados con las tareas de instrucción cívica. Portando especias en papel y tinta, partió en búsqueda de conocimiento, y también, para proporcionarlo.


Gustoso de retomar sus expediciones, reconocía el bien que le hacía no sólo alternar sus lugares de estadía, sino en reafirmar que el conocimiento, ya sea su adquisición o compartirlo con semejantes, era el propósito de la existencia. A veces su aspecto un poco abandonado hacía que otros no lo trataran con simpatía, pero ese prejuicio rápidamente se alejaba al escucharlo hablar, puesto que su timbre de voz era hipnótico y llamativo, por la velocidad de sus labios, pero sin titubear, todo se le entendía. Además, quienes estaban en su perímetro, experimentaban una especie de calma, de serenidad apaciguante, que limpiaba todo pensamiento perturbador que anidara en la mente.

Era común verlo rodeado de mucha gente, en fina tertulia hacía participar a todos, al menos con una pregunta, para que se enriquecieran mutuamente con las inquietudes de cada integrante. Al finalizar una de ellas, se disolvieron en obligaciones varias, y mientras Edriano acomodaba los nuevos libros que había intercambiado, una mujer poquitos años más joven que él, se le acercó para decirle que era muy interesante todo lo que planteaba sobre el conocimiento de las estrellas. El bibliotecario la había observado en el tumulto, pero cuando estuvo a tres metros de distancia, sus ojos se llenaron de lágrimas y la emoción obligó a una bocanada de aire más amplia ingresar a su ser. Prusia… dejó escapar. Con una sonrisa, lo corrigió, Parthia es mi nombre. Con una bofetada mental, Edriano se acomodó en la realidad, sacudió su cabeza y volviendo con su habitual velocidad corporal, que lo hacía parecer nervioso más que apurado, admitió su error. Sí sí, claro, me equivoqué. Y también sonrió. Hablaron con la más excelsa de las confianzas, horas y horas discutiendo algunas de las teorías de Parthia sobre las esferas luminosas del cielo, y muchas veces, embelesado, el varón simplemente miraba, porque seguro su mente estaba distraída para escuchar. Estoy segura que sus órbitas son elípticas, no radiales, conjeturó. Ehm… sí, vaciló él, tratando de encontrar su compostura más seria. La joven sonrió en un pícaro entendimiento, viendo que su interés por la ciencia iba siendo desplazado por otro más carnal. ¿Nos conocimos antes? Conteniendo la impulsividad en extremo fuerte, manifestó con prudencia y discreción, que tal vez, él solía realizar muchos viajes, pero en su interior sabía la verdad, y que era la primera vez en dicha ciudad. Un silencio, un aluvión de imágenes, una sonrisa aprobadora. Pasaron de conocer teorías, a conocerse a ellos.

Dos días después, partía Edriano para su pueblo, regresando con baúles de nuevos libros y papiros, sin antes dejar de ir a despedir a Parthia, tomándola de ambas manos, las besó con candor y le preguntó si podía volver a visitarla en su próximo viaje. En un intenso sonrojar, la dama le concedió la oportunidad, y corrió la mirada. No me suelo ruborizar, se disculpó ella. Y yo no suelo vacilar, le confesó él. Con plena convicción, dejó a su nueva conocida en su ciudad, teniendo un tenaz motivo para volver.


Ya en su patria, Constanto parecía esquivo a dialogar con él tan animosamente como antes, se mostraba frío y distante, sin interesarse por su viaje, sino por cómo marchaba la educación de la población y sus avances. Respetuoso de su ubicación, Edriano no insistió en remover los recuerdos del emperador, y con altura le mostró los conocimientos que iban adquiriendo sus estudiantes. Bien, pero no son suficientes como para imponer un cambio en la sociedad, siguen los desvíos en las actitudes éticas de mis lacayos, manifestó con soberbia y aspereza. El bibliotecario permaneció silente, más no podía hacer, y como acto con el cual se busca cerrar una deuda, no por gratitud sino por no deber nada, Constanto le dijo que ampliaría su edificio para albergar a más estudiantes. En sorpresa por una aparente contradicción, Edriano agradeció y quedó a sus órdenes para lo que fuera.

Una inmensidad sobre otra inmensidad. La colección de Edriano ya tenía enorme reputación, pero al adosarse tantas otras salas y habitaciones, el prestigio se expandió sin fin. El propio Constanto dispuso a toda la ciudad para colaborar, y sus habitantes estuvieron en magnífica armonía trabajadora, gracias a los planos que ingeniosamente el emperador había concebido. Pronto, el edificio tuvo nombre, la biblioteca Edraxana, y fue faro de luz para todos los náufragos del mundo intelectual.


Un sinfín de veces durante la construcción, tuvieron que interactuar ambos amigos, pero si bien la lejanía sensible de Constanto disminuía por períodos, algo en él se negaba a revisar. Con cierto cansancio por no haber una correspondencia en el afecto, Edriano se ubicó formalmente empleando palabras que podrían llegar a suavizar el trato. ¿Se encuentra usted bien, mi emperador? Constanto lo oyó, y en la disyuntiva de seguir con la solidez de su comunicación, optó por escuchar al sentimiento de amistad que lo llamaba, y con no poca hosquedad le reprochó que estar cerca suyo le producía una sensación de culpa que no llegaba a descubrir en causa, y lo distraía de sus obligaciones de líder, y tener a un lacayo que podría hacerle descender de su cargo aunque sea en su estado mental, no era digno de frecuentar, y la distancia lo hacía olvidar de todo. Compungido, Edriano se tocó el corazón, y le transmitió, yo siempre voy a estar por debajo suyo, mi emperador, ni tengo deseos de estar en otro lugar más que a su lado como amigo. ¡¿Lo ves?! Le expresó con enojo, hasta en eso me siento culpable, en cómo tus manifestaciones morales me hacen sentir, cómo si yo… cómo si yo… Se miraron casi con ternura, y el ruido de algo rompiéndose internamente le dejó concluir. Como si yo pudiera ser mejor persona, pero no puedo. Debo pensar en mi legado, sino, ¿qué haremos en la siguiente vida?

Edriano, viendo nuevamente la convulsión psicológica que enfrentaba su amigo, le transmitió en suma afabilidad. No deje de luchar en esta vida, y podrá seguir luchando en la siguiente. No esperó la respuesta, hizo una reverencia y se retiró. Ya dependía de la libertad de Constanto qué hacer con lo que observaba en su ser interno.

Manteniendo su palabra, fue a visitar a Parthia varias veces, y su corazón no respetaba la barrera de su pecho cada vez que la veía. Le dio un muy viejo papiro, y le mostró el dibujo de una elipse, argumentando que sabios antiguos ya habían descripto a Marte en su movimiento astral, tal como era la hipótesis de ella. Creí no estabas escuchando, le manifestó la dama con mezcla de sorpresa y reproche pícaro. Siempre serás mi motivo de atención, le confesó. Entre libros, papiros, idas y regresos, se unieron sin matrimonio tradicional, para engendrar la herencia de ambos en un retoño llamado Trajano. Con un acuerdo pacífico, Parthia se despidió de sus familiares y los tres formando la flamante familia, se instalaron en la biblioteca Edraxana.


Por muchos años hubo paz, y Trajano creció rodeado de palabras y conocimiento. Con su emperador, Edriano mantuvo un lazo formal y de frecuente conversación, alguna vez se reían por olvidar su distancia evidenciando que algo muy fuerte los unía, pero Constanto era quien siempre retornaba a la comunicación más brusca, y el bibliotecario entendía que por ahora, no iba a obtener más que eso. Una sola vez visitó a Parthia y Trajano, cuando el pequeño ya había crecido bastante, pero hizo lo mismo de siempre, saltaba de la sensibilidad a la impulsividad en la misma oración. Edriano miraba cómo se conmovía Constanto mientras acariciaba los cabellos del niño, y miraba a la madre, esbelta sentada con un libro en su regazo, y en súbito ímpetu, se retiró a mitad de reunión. Su esposa quedó anonadada, y ya solos los tres, le preguntó si algo lo había ofendido a su amigo para escapar así. No, pero entiendo que hay recuerdos o partes de mí vida que se relacionan con la de él, y algo le produce una reacción negativa que lo obliga a comportarse con vehemencia. ¿Y su esposa? No tiene, aún. Un emperador sin esposa puede causar un efecto adverso entre sus seguidores, no tener una descendencia es poseer corta vista al futuro del trono como herederos de una labor que proseguirá más allá de su vida. Edriano sonrió, y le contó sobre la idea inicial de Constanto de imponer el culto a las estrellas con los divinos castigos que seguían de no ser acatados, y cómo con su amistad fue surgiendo y aceptando la fomentación de la educación. Pero no es un pensamiento que su séquito adopte con demasiada docilidad, a pesar de todos los cambios que hemos alcanzado. Parthia, con aires de incredulidad, manifestaba su incomprensión ante la existencia también de la creencia que las estrellas son deidades, como ocurría lejos en su ciudad. En mis viajes, le respondía Edriano, noté que ese es el culto más frecuente, pero también he visto las situaciones más inverosímiles: cerca de Tálica, una roca tenía forma de mujer sosteniendo a un bebé, y los pueblerinos le llevaban comida y se arrodillaban frente a ella para pedir por lluvias. No sé si alguna vez esa roca sacudió alguna nube.

Detrás de una inmensidad de conversaciones de calibre sobre el conocimiento y lo desconocido, Edriano solía preguntarle a su compañera si recordaba algo más, algo de antes, antes de conocerse, antes de nacer y venir a este mundo. No con certeza, pero tengo la sensación desde el día que nos conocimos, que no era la primera vez que te veía, aunque mis ojos y mi memoria no admiten otra imagen como real. Hay algo familiar en tu voz, tus palabras, tu elección de conversaciones, que me remiten a estados de mucha paciencia, mucha serenidad, como si se vinculara a otra época, y el tiempo corriera distinto. El marido la miraba con cariño, sin decir nada. Con una sonrisa, le regañó que él no la estaba escuchando. Siempre serás motivo de mi atención, replicaba Edriano. Esa paciencia, también la siento.


Una vida pacífica sin conflictos no está permitido cuando se es parte de una humanidad huérfana. Entre ambos padres, criaban a un Trajano ávido por el saber, conocía cada estante y ubicación de los libros, y guiaba a los extranjeros eruditos que llegaban por las campanas que tanian de sabiduría. A sus estudiantes más avanzados, comenzaron a explicarles el fundamento del electromagnetismo, herramientas que antaño, civilizaciones dominaron, pero llevaron su secreto a ser descifrado en imágenes de papiros, que claro, Edriano conservaba. Pidió a los secretarios del emperador, un cita para proponerle implementar un nuevo sistema de alumbrado, nada visto hasta esa fecha, pero Constanto ponía excusas, a veces tan burdas, que los mismos lacayos se avergonzaban de transmitirlas al bibliotecario.


Apenado, buscó la forma de instalar él mismo su invención en la biblioteca, con maravillosos resultados, ahora muchos podrían disfrutar de la lectura incluso cuando el sol ocultara, y al momento de salirse del perímetro de su edificio, recaudadores y leguleyos le exigieron que debía tener los permisos necesarios y además, pagar por su labor al trono. Estupefacto, alegó que era un beneficio para todos, la ciudad entera tendría alumbramiento, y aquellos ladronzuelos que quedaban, ya no tendrían dónde huir. No.


Con enojo por semejante injusticia, volvió a los aposentos del emperador, y demandó verle. No. Le gritó, le gritó y le gritó para que atravesara las filas de subordinados y consejeros, y con los aires de mayor grandeza, las puertas se abrieron y dejaron pasar a enaltecido líder, que a pesar de ser más bajo, elevaba su mentón para verlo desde otra altura. No permito tal alboroto en mis cercanías. Con ira controlada, Edriano le remarcó que sus lacayos le impedían realizar una labor que beneficiaría a toda la ciudad. ¿Y tú quién eres para callar la noche, para limitar ver las estrellas? Edriano quedó mudo sin entender. Constanto, le recriminó que desde que esas cosas incandescentes aparecieron durante la noche, que son más potentes que las fogatas, las estrellas quedan invisibles por cegar la vista. El bibliotecario observó al séquito que acompañaba al que alguna vez fue su amigo, y los susurros que volatilizaban su mente: estaba luchando contra pensamientos muy bien armados. Alegó que de alguna manera se podría resolver, ayudar al avance de la ciudad a pesar de sus diferencias. Aquí no hay nada personal, le remitió Constanto, esto es para beneficio del pueblo. Algunas manifestaciones más qué sí, pero era siempre un No, terminaron agotando a Edriano, que con cierto descontrol le recriminó que los celos se habían apoderado de él, dejó de luchar y ahora estaba carcomido por ellos. Si bien el emperador se quedó petrificado por las palabras, no había ordenado que le dieran semejante golpe al ofensor, que se desplomó en el suelo y apareció en su hogar, despertando confundido.


Parthia lo atendía con trapos húmedos, y ni bien abrió los ojos, no hizo falta emitir sonido. Los tres en familia, luego de algunos días de pesadumbre, decidieron hacer un viaje a las tierras de ella. Encomendando a sus discípulos todo para continuar la labor, Edriano con cierta tristeza partió junto a los suyos con la idea de volver, pero ese pensamiento fue soplado por un viento de alegría, al reencontrarse con los padres y hermanos de su esposa. Durante mucho tiempo, estuvieron en paz, aunque lejos de sus hazañas.

Acomodarse a la rutina alejado de los hostigamientos externos, fue lo que facilitó el asentamiento en tierras amigables, para que la mente de Edriano pudiese tener espacio para otras ocupaciones. Ayudando a leer a uno y a otro vecino el lenguaje de la creación, le generaron el lleno a la vocación que su espíritu anhelaba, y tras entender que el auxilio podía brindarse lejos de sus perspectivas individuales, volcó sus quehaceres a la literatura en sus amplios aspectos. Una sonrisa en silencio sin dejar sus labores, era lo que compartía con su esposa y sin más, todo estaba dicho, todo estaba bien. La imagen de su amigo y lo que tenía pensado para volverse a unir a él, quedó en un cajón mental, acumulando polvo.

Trajano ya era un mozo, cuando indagó en sus padres sobre los recuerdos que tenía de aquella monstruosa librería que todos los días frecuentaba. Anciano ya, Edriano recapituló toda la historia detrás de su huída del pueblo natal, y cómo hallaron asilo en donde ahora estaban, pero los ánimos de regreso comenzaban a golpear nuevamente, tras larga espera. ¿Y por qué no construímos una biblioteca aquí, en esta ciudad? Le preguntó su hijo. El padre sabía que hubiese tenido la oportunidad, pero las añoranzas de lo logrado en su lugar de origen lo mortificaban. Sin embargo, esa conversación con el joven le hizo notar que muchas veces, alejarse y volver a atacar es una gran estrategia, quizá ahora ya existía una mayor cantidad de eruditos que hayan sido fortificados con la luz del conocimiento, y tengan más aliados. Con fruición, le compartió sus deseos a su esposa.


Ordenando todo para su retorno, notó cuán instalado estaba en su nuevo hogar, y la cantidad de trastos que tenían para cargar sus caballos. Teón, su suegro, depositó una bolsa con antigüedades diciendo que eso debió habérselo llevado Parthia la primera vez, pero lo olvidó. Edriano percibió algo distinto, la bolsa emanaba una voz que lo llamaba. Revolvió entre los elementos, y sacó un libro, que paradójicamente, lo cegó. Su esposa se acercó en silencio también percibiendo algo especial, y cuando los recuerdos volvieron, se miraron y lloraron con profunda tristeza. Es el Warak de Ibraham, el original, qué él mismo escribió, dijo ella en una emoción reverberante.


Se retiraron a un espacio privado los dos, mientras Trajano y el resto de la familia no entendía qué ocurría, estando a punto de marchar, volvieron a entrar en la casa. Con desesperación, Parthia abrazó a Edriano y no lo soltaba, en sollozos desconsolados y ruidosos incontrolables, le gritaba “¡Te marchaste, te perdí!”, mientras su esposo cerraba los ojos presionando para que las lágrimas dejaran de escaparse. La mujer no entraba en razón, había recordado todo en un instante y el sufrimiento se le multiplicó al revivir todo junto, tanta vida contenida y liberándose de un sacudón. Con mucho esfuerzo, Edriano la tranquilizó, le acariciaba su mejilla, su cabello, diciéndole que la entendía, que no habría por qué afligirse, que estaba acompañada. Estuvieron largo rato hasta poder entablar diálogo correcto, hasta volver a poner foco en el libro. Activó todos los recuerdos, le decía Edriano, porque aquí está contenida toda la vida tuya y de Ibraham. Fue necesario un estado interno muy particular y un propósito elevadísimo para poder acceder a ello. Sí, le dijo Parthia, y le relató todo lo ocurrido desde que él había partido, el continuar cerca de Ibraham a pesar de conocer sus lamentables acciones, y el quedarse con el Warak luego de que lo escribiera, y cómo pasó de generación en generación hasta que su padre Teón lo tuviera en sus manos, pero olvidando el prístino objetivo de su legado.

Durante el viaje a su amada biblioteca Edraxana, compararon el Warak recién hallado, con el que se había esparcido por todo el orbe, claramente las diferencias se notaban, la imposición, la amenaza, el vuelo de imágenes, la falta de argumentos y el relleno con falacias; todo eso, el Warak original escrito por Ibraham, no lo tenía. ¿Y quién escribió lo que se lee ahora? ¿Cómo se llegó a tal barbarie y que se crea lo que dice? Los esposos se miraron sabiendo que tenían una tremenda labor en sus manos, y volver a su patria, era nuevamente motivo de entusiasmo por el objetivo que compartían.


A unas horas de arribar, Edriano sentía que algo no andaba bien, percibía que las mentes de la ciudad se encontraban perturbadas, y una neblina de pensamientos cubría el ambiente de sus raíces. Al llegar, el número de personas sucias tiradas en la calle pidiendo limosna era inmensamente mayor a cuando habían dejado su hogar. Se oían más gritos, y mujeres ofreciéndose eran más frecuentes, lo que sorprendió a los recién llegados ser recibidos con tanta barbarie. Reconocieron que nuevos edificios se erguían, y personas arrodilladas dentro los llenaban y sostenían el Warak, y al arribar a su biblioteca, la encontraron semivacía, polvorienta, y sin los artefactos de electromagnetísmo que habían instalado. Pocos de los eruditos que conocían a Edriano quedaban, y manifestaron la decadencia de su plan cuando el emperador Constanto tuvo a su primogénito, y perdió a su esposa. Desde allí, se volcó a imponer el Brahmismo como única plegaria válida, convirtiendo a su amada difunta en la estrella protectora Sirias, en honor a su legado y nombre, que nos observa desde el cielo todas las noches.

Creyendo que era demasiado tarde, el bibliotecario no sabía cómo proceder, y dudaba de su accionar. Para reafirmar a quienes permanecieron cerca de la luz del conocimiento, les compartió en confidencia el nuevo Warak encontrado, para que lo compararan con el que estaba en circulación. ¡Pero originalmente sí se buscaba un verdadero orden social! Exclamaban en desmesurada sorpresa. ¡Es una barbarie lo que se lee ahora! ¡Hay gran sabiduría en este Warak, se ha perdido de vista el concepto original! ¡Esto deben saberlo todos ya! Pero no están preparados para entender, se han aferrado a un pilar de barro, y tumbarlo sería dejarlos caer en la locura y la insensatez.


En agitado debate estuvieron por días, pero Edriano sólo necesitaba reforzar su convicción de mostrárselo a Constanto, a pesar de las recriminaciones de sus compañeros eruditos, él y Parthia sabían exactamente el motivo de esa decisión. Armado de valor, tomó el Warak, y tras largos años, se encaminó a ver a su antiguo amigo.

Mientras caminaba hacia el palacio, el sentimiento de amistad prevalecía por encima de cualquier pensamiento miserable que quisiera desviar el objetivo y la forma de comunicarse. Estaba contento de volver a encontrarse con su confidente, y también por su paternidad, quería conocer al pequeño. Ya en el palacio, notó todo el metal dorado flamante que recubría las paredes, y el brillo de piedras que antes no estaban, ostentando la opulencia por sobre sus seguidores. Nadie conocía a Edriano, y tuvo que emplear algunos artilugios elocuentes para ser atendido por el emperador, y todavía así, lo mantuvieron a la espera mucho mucho. No importa, mi propósito es noble. Siguió esperando. Cuando las estrellas salieron, también lo hizo Constanto, y casi desde la misma altura que las brillantes, le habló a su lacayo.

No esperaba volver a verte jamás luego de abandonar tu cargo en la biblioteca, le recriminó el de largas túnicas y majestuosas cadenas. Haciendo caso omiso a la hosquedad con la que fue acogido, Edriano vio al pequeño heredero asomando con los mismos aires de grandeza que su padre, y se emocionó y alegró por ellos, felicitándolo. ¿A qué has venido anciano? Le cortó bruscamente el sentir, y notando que no sería tarea sencilla ablandar el corazón de su amigo frente al tumulto, le pidió hablar en privado. Ese es un privilegio del que tú no gozas. Sin otra oportunidad, Edriano le mostró el libro, y observó que Constanto miraba con atención, quizá también percibiendo algo como lo hizo Parthia al encontrarlo, y no le quitaba la mirada. Es un Warak, ¿qué hay con ello? No es solo un Warak, mi querido emperador, es uno muy especial. Constanto lo miró intrigado, y se acercó para verlo. Lo agarró en sus manos y nuevamente permaneció perplejo ante las sensaciones y el recuerdo.

Las palabras tienen tres fuerzas: la que se dice, la que está escrita, y la que queda en la mente. Con esa oración, Edriano abrió el baúl de épocas pasadas, mientras Constanto perdía el control de sus labios, y de sus ojos escapaban las más enigmáticas de las lágrimas, miraba al anciano estupefacto, sin capacidad de hacerse escuchar. Las vibraciones que Ibraham impregnó al momento de escribirlo, están conectadas a tí en este momento, querido Constanto. Aquí está resumido el legado formidable de él. Son tus palabras, amigo mío.

Imposibilitado de moverse, la oleada de imágenes paralizaron el cuerpo del emperador, que poco a poco comenzó a negar con la cabeza, más violenta y más violentamente, hasta poder decir “No, no no…” y como si fuese volviendo en sí, todo el torso y sus brazos tambalearon, miró a sus costados, y en un arrebato de impulsividad instintiva, arrojó el Warak a un caldero con fuego, como si le quemara sus manos el sostenerlo.


¡No! Gritó Edriano, que creyendo amenazado a su líder, los guardias arremetieron a golpearlo, pero al ver que le interesaba recuperar el libro, lo liberaron. ¡No, no! Seguía gritando, y moviendo brasas incandescentes, sacó el Warak que se rompió, y rescató en un grito agudo de dolor, otra parte completamente negra, la tiró al piso y con su pie apagaba el fuego que proseguía esfumando la conexión con el pasado. Constanto no se inmutó al verlo sufrir, ni al ver la piel chamuscada de la mano y la pierna, y sin paciencia, ordenó que retiraran al anciano de su recinto. Irónico, aquello que se amenazaba que el fuego haría en muerte, lo hizo en vida.

Abatido y deprimido, mientras Parthia le colocaba ungüentos en las quemaduras, le confesaba el mayor de sus dolores, perder a su amigo y ser correspondido con tamaña crueldad a sus acciones afectuosas. Ya no sé qué hacer, le decía, no tengo más estrategias para ayudarlo, ha dejado de luchar, ha sido vencido por sus creencias. Tenemos la luz de nuestra biblioteca, animaba su esposa, tenemos aún decenas de eruditos con ansias de aprender, enfoquemos nuestras energías en seguir siendo un faro en tremenda oscuridad.


Olvidando buscar convencer al emperador, juntos se abocaron a robustecer las estanterías mentales de quienes perseguían saber más de lo que ya sabían. Trajano tuvo la idea de abultar las filas reclutando aprendices en otras ciudades, como el ejemplo de su madre, y liderando itinerarios en largas cabalgatas, el joven muchacho traía de vez en vez, algún espíritu más que se unía al propósito de la búsqueda del conocimiento. A pesar de que todo marchaba bien, Edriano sentía que vivía en una burbuja, y la realidad de sus habitantes circundantes, la explotaban en un pinchazo de ingenuidad.

Al recorrer las calles, observaba la falta de consideración por parte de unos sobre otros. Notaba un incremento en la delincuencia y no era infrecuente encontrar un cadáver abandonado que la milicia tardaba en recoger, o un pariente en identificar. Caminando, reconoció que una persona llevaba uno de sus libros, y detuvo al ladrón indicándole que eso era suyo, si quería era más que invitado a leerlo en la biblioteca Edraxana. No, no quiero leerlo, quiero venderlo en las afueras, le confesó con insolencia. Pero por este acto podrías ir a la cárcel. Me puedo arrepentir y nada ocurrirá, seguiré yendo a la paz eterna. Lo empujó y se fue corriendo. Edriano relató el episodio a Parthia, evidenciando cómo el hecho del arrepentimiento y la falta de enmienda, genera una sociedad libre de responsabilidades.


Pero algo llevaba a los hombres, a unos pocos, a mantener la moral y a no ser atrapados por esos pensamientos. Algo superior, algo los elevaba.

Sin embargo, las filas de lo inmoral se engrosaban. Pronto, la crítica y la queja asomaron por doquier. Yo me porto bien, hago todas mis obligaciones, y ellos no. ¿Por qué los que se arrepienten tienen el mismo derecho que yo de acceder a los terrenos de paz? ¿Cómo pueden permitir eso las estrellas? Yo te he visto a tí con mujeres que no son tu esposa, ¿es posible que Sirias haya consentido eso? Pues yo te vi a tí golpear a tus hijos y esconder ganado para no pagar impuestos. Y las manifestaciones violentas no hallaban freno y seguían y seguían.


Oradores del Rey Trueno se aprovecharon de la confusión y plagaron las calles con plataformas para discursear sobre los beneficios de alabar a la deidad y sus hijos divinos, que a todos llevaría a su palacio en los altos montes; Los Davelistas no se amedrentaron, y crearon la falsa esperanza que Ibraham no era el verdadero profeta, sino que todavía no había llegado, y quienes los siguieran, no tendrían que acatar las reglas del Brahmismo y sus incongruencias, aún la verdad no se había revelado.

Pujas entre dogmas se alzaban en cantinas y en las vías, y fácilmente conducían a actos que derramaban sangre. Las tensiones entre quienes afirmaban una cosa, rectificaban otra, y daban por falsa una más, dividían a la población en disputas por algo que nunca habían visto, y defendían como propio. Unos iban tomando más fuerza que otros, a razón de ser más, no de la razón en sí misma, y los que más titubeaban, pasaban de un bando a otro. En persecusión de la mejor conveniencia, lejos de la comprobación con la realidad, se vendían al que por menos, daba más, y por ello rezar a un único ser era en practicidad, el candidato favorito. Con tanto alboroto en las calles de su ciudad, el emperador enfadado por el no acatamiento de su voz, en asambleas públicas retomó su edicto.


Si por algún motivo la claridad de mis palabras no fue enteramente comprendida en su momento, que lo sea ahora, puesto que es mi última advertencia a todos los que, en mi benévola manifestación de hoy, consideraré han obrado sin mala intención. Pero sólo hasta hoy. TODO LO QUE NO PERTENEZCA AL BRAHMISMO, ES MENTIRA, ES MITO. No existe un Rey Trueno en las nubes ni sus hijos habitan un palacio en los montes; No hay ninfas corriendo por los bosques; No hay seres con cientos de brazos y de colores velando por nuestra paz; Y no vendrá nadie a revelar la verdad, porque eso ya ha ocurrido, las estrellas son la única deidad que han escrito en el cielo el nombre de Ibraham y le han transmitido el divino camino para la paz y felicidad del hombre en la Tierra y más allá de su muerte. Deberán acatar las maravillas que están escritas en el Warak, y de no saber leer, acudan a los templos de plegarias que los sabios allí lo harán por ustedes y les dirán qué deben hacer para merecer que la paz que logren en esta vida, la sostengan en el más allá de la vida. Aquellos que quieran meritar un descansar sin preocupaciones, sin dolores, con energía y rodeado de placeres, deberán contribuir con parte de su ingreso para sostener a los sacerdotes que serán los intermediarios para su acceso al bienestar eterno, quienes dedican su tiempo y esfuerzo para que todos logremos alcanzar las verdades de Ibraham. Quienes no lo hagan… y tras el silencio la voz del emperador se oscureció… Pagarán las consecuencias de la ira de las estrellas al quemarse en un fuego incandescente, a la vez que son clavados con cientos de picas y se les cercenarán la lengua y los dedos, pasarán hambre y se los colgará boca abajo.

Un silencio abrumador tiznó el ambiente de los oyentes, la ironía de la esperanza atiborrada de temor creaba el elixir de la vacilación, y la mente fuerte de quien sujetaba el cáliz inclinó para que terminaran de atragantarse.


¡¿Quién os reveló la verdad?!


¡Ibraham!


¡¿A quién van a rezar?!


¡A las estrellas!


¡¿A dónde acudirán para hacerlo?!


¡A los templos!


¡¿A quién pedirán por sus dolencias?!


¡A Sirias!


¡¿Y qué emperador os ha abierto los ojos para una vida mejor?!


¡Constanto! ¡Constanto!


Uno entre todos gritó: Constanto el grande, y allí comenzaron todos a llamarlo así, Constanto el grande, Constanto el grande… con ese bullicio, Edriano en silencio, se fue alejando entre codazos y zumbidos. La creencia ganaba su lugar.

Tiempos aciagos esperaban a los eruditos. Viendo a su amigo completamente tomado en mente y corazón, la tristeza se alojaba en las entrañas del anciano, ya sin demasiado por hacer, con todas las piezas jugadas en un tablero que cambiaba las reglas a conveniencia. Parthia, acompañaba en el lamento a su esposo, pero ella, inmune a la tiranía de Constanto, lo alentaba a continuar con su labor, siempre habrá esperanza mientras los jóvenes busquen el saber por sobre todo. Sí… le decía él, convencido, pero con las rodillas simbólicamente rotas.


Y así continuaron, con su biblioteca inmensa y robustecida de saber que brindaría a la humanidad un porvenir y adelantos por sobre lo imaginado para la época. Se dedicaron a desarrollar artefactos de orientación por las noches utilizando la locación estelar, algo que atrajo a marineros y viajeros. También Trajano avanzó sobre las corrientes electromagnéticas y los materiales de conducción, incluso creó un aparato que purificaba metales a través de chispazos, y otro que generaba estática que hacía a los objetos más livianos para ser transportados. Completamente encerrados en su ciencia, quienes se unían a los experimentos aportaban su ingenio para crear una maravilla arquitectónica combinada con la más avanzada tecnología.

En las calles aún se percibían aires de contradicciones, pero notablemente menos. Por temor el vulgo adoptó el rezo a las estrellas, adorar a Sirias y acudir a los templos para ser adoctrinado. Pero el Emperador estaba embelesado por el nuevo órden que en su ciudad reinaba, y ser él quien había proclamado arribar a ello. Las revueltas eran mínimas, cada quien cuidaba de su hogar, de su trabajo, y los cofres se iban abultando. Ya en otro momento se verá qué hacer con los que piden limosnas no sólo a las estrellas sino también a los peatones; y con las mujeres que siguen ofreciéndose en la noche; y con los que roban, que luego de acudir al templo y limpiar la falta, lo vuelven a hacer…


Se escuchaban rumores continuamente. Si Ibraham recibió la verdad revelada, ¿por qué el Warak no está firmado por él? ¿Qué hizo para ser merecedor de que le hablen las estrellas directamente? ¿Cómo sabían su nombre? ¿Qué ocurrió con las personas que vivieron y murieron antes de él sin la posibilidad de salvarse y tener una vida correcta? ¿Cómo saben lo que ocurre luego de la muerte? ¿Alguien volvió para contarlo?

Esas conversaciones también se acaloraban entre los descreídos. Sin un lugar seguro para expresar sus inquietudes, generalmente se topaban con un ibrahmista que los oía y defendía su credo. Una vez oyeron a alguien decir que todo necesitaba ser comprobado antes de ser aceptado, y lo levantaron por sus cuatro extremidades y lo tiraron al estiercol de caballos; otra vez, alguien cuestionó: ¿por qué fuego, si el cuerpo queda en la Tierra?, y lo golpearon tanto que despertó a los dos días; y otro, alegó que no era una vida digna si se cometían faltas, se iba al templo, y se volvían a cometer las mismas faltas, no había un aprendizaje en ello. A ese, lo mataron.


A oídos del emperador vino la grata noticia de todos los fieles que ahora formaban el orbe de los ibrahmistas, y cómo se ajusticiaba a los desleales que osaban cuestionar las disposición del supremo líder. No son mías, son de Ibraham. Sí, mi señor. ¿Y hay todavía muchos de esos? Así es. ¿Podrían identificarlos? Podríamos preguntar a los más entusiastas si ellos podrían. Bien, dispondré de una tropa dedicada sólamente a castigar a esos traidores.

La milicia comenzó a preguntar a los seguidores de Ibraham sobre si conocía algún infiel, y en un principio, muchos indicaron con sus índices a cuanto le parecía que por las noches no se arrodillaba frente al fulgor del cielo. Sin rodeo, la guardia entraba en esas casas y aniquilaba a todo integrante que hallara. Ese acto se conoció como la noche de las lanzas danzantes, cientos de personas murieron al frío del acero. Los que estaban en la cercanía huían en pavura por desconocer qué era lo que ocurría, por qué se los masacraba, y muchos de los que no habían sido señalados, perecían por la confusión creada. Una revuelta se armó en toda la ciudad durante la reinante oscuridad, evitando la lujuria que invadía a los “justicieros” tras darles una pizca de poder. Era tal el estruendo, que el emperador perdió su sueño y se asomó por su balcón, incrédulo de todo lo que estaba pasando en su ordenado mandato. Al ver perdido el objetivo, acudió al resto de su ejército para que disciplinara a los que estaban allí abajo aniquilando a cuanto se cruzaba. Al encontrarse, desconfiados de la contraorden del emperador, las dos partes de la misma hueste se enfrentaron en contienda más salvaje, puesto que ambos portaban armas. No fue la cordura sino el ver a sus compañeros caídos lo que hizo que finalmente se rindieran.


A la mañana siguiente, el emperador recorría las calles esquivando cadáveres y lamentos. Era su prueba, nuevamente, que lo llevaba a la lucha, a abdicar o a revertir todo con su poder luego de ver el efecto anárquico que producía moverse con esos pensamientos. Dudó, dudó mucho, la gente le hablaba pero él no la oía, la turbidez mental no lo dejaba. ¿Me equivoqué? ¿Hice mal? ¿Puedo hacerlo distinto?

Mi emperador, tenemos a tres infieles sobrevivientes, le informaba uno de sus generales. Constanto lo miró con incertidumbre, y luego a los tres infelices quebrados en dolor, ensangrentados y maniatados. ¡Hay que quemarlos! Gritó alguien en la turba. ¡Sí, a quemar a los infieles tal como dijo Ibraham! ¡A quemarlos! Silencioso, el emperador miraba a sus súbditos y a sus soldados, que esperaban que dijera algo, aprobara o no. Pero el ímpetu de la pasión y el hambre de agresión, hicieron que él moviera levemente la cabeza, y sin mucha confirmación, fue tomado como una indicación de hacer hervir a los tres capturados.


¡Qué esto sirva de lección a todos los que se atrevan a cuestionar a Ibraham y al emperador! Vociferaba el que portaba la llama que prendía la pira de madera. Eferveciente, la plebe miraba el espectáculo sin la menor de las empatías, al parecer, lo que gritaba mientras se prendía fuego, el que suplicaba por su vida hasta la indignación, el que se retorcía del dolor en llantos que denotaban una garganta que se partía en trozos, el que invocaba a su familia y a sus padres que habían muerto, aparentemente, no era un semejante, no era una persona, era otra cosa. Constanto, se retiró a sus aposentos sin emitir sonido.


Viendo que la persecución no cesaba, Edriano se refugiaba en su biblioteca. Era la diversión del día cuando colgaban a uno, ataban boca abajo a otro o quemaban a quien era meramente señalado. Claro, el quemador debía justificar su existencia también y hallar culpables. Con una preocupación continua, sabía que era cuestión de tiempo el ser catalogado de infiel. Debemos marcharnos de aquí, volver a tu ciudad, le decía a Parthia. Pero todo lo que hemos logrado, a todos los que hemos ayudado e iluminado, hemos regresado y alcanzado tanto, ¿cómo podríamos volver a empezar? Todo está aquí, y se señaló la sien, nada se pierde. La vida debe prevalecer.

No tuvieron mucha oportunidad, con antorchas se presentó frente a la biblioteca la masa creyente, para destruir su amenaza. ¡Este edificio emite luz en plena oscuridad, es un sacrilegio para las estrellas en lo alto, para la mismísima Sirias que nos ilumina! Amenazaban desde afuera. ¡Aquí se refugian todos los que están en contra de las emisiones de Ibraham! ¡A quemarlos!


Viendo el final, con celeridad Edriano movió una palanca, y al instante, placas de piedra se movieron y cerraron el paso de la biblioteca. Separados por no mucho, dentro estaban a la luz de los libros unas decenas de eruditos, y del otro lado, en la oscuridad, los fanáticos. ¡Esto es un acto de rebeldía frente a lo inevitable! Seguían intimidando desde afuera a la par que golpeaban para ingresar.


Deben escapar por la puertilla subterránea, les dijo Edriano a todos los presentes, tomen cuanto papiro y libro amen, y escapen. Este es el fin, pero queda esperanza en cada uno de ustedes con lo que puedan salvar de aquí. ¡Corran!

Desesperados, hicieron caso a las palabras del anciano, sin fácil elección, agarraban lo que estaba a su alcance y hacía su paso más lento, pero portando la luz de la salvación. Edriano, abrazó a su esposa e hijo, los besó con ternura en la frente estrujando el último momento juntos, como si quisiera llevarse esa imagen consigo, y con plena serenidad, les confesó como tantas veces cuántos los amaba y lo que significaban para su ser. ¿No volveremos a vernos, verdad padre? Sï, claro que sí Trajano, estamos unidos en existencia, este no es un adiós para siempre, es una despedida hasta nuestro reencuentro, que nos hallaremos luchando como lo hicimos en esta vida. Tal vez no recordemos con claridad todo, pero las sensaciones nos llevarán a reencontrarnos. Le encomendó tres libros de su alijo personal, y le pidió que creciera y tuviera descendencia, y que lo que le estaba dando en confidencia, pasara de generación en generación hasta que alguno de sus hijos sabría exactamente qué hacer con ello, lo más valioso estaba en sus manos. El joven, conmovido, escapó junto a Parthia.


Edriano asomó por la ventana superior y lejos de las piedras, demandó que dejaran de intentar ingresar, sus bloqueos eran superiores al hueco de sus cráneos, y que exigía la presencia del emperador para abrir puertas. Sólo si él estaba presente, atendería sus necesidades. No hicieron caso, y siguieron golpeando la roca, pero al ver que no tenía efecto, alguno decidió ir a por el de costosas vestimentas al palacio, lo que le otorgó más tiempo a los eruditos a escapar. El bibliotecario en paz consigo mismo, recorría los confines de su amado edificio, rememoró tantos pasajes de su vida, escritos que lo orientaron y le hicieron revivir épocas pasadas, su hijo corriendo por los estantes buscando libros de memoria, su esposa inventando artilugios con una genialidad única, hasta que los golpes en la distancia cesaron.

Cuando se volvió por la ventana, vio a Constanto con la cara transformada, no lo reconocía, y parecía mucho más anciano que él. La turba lo rodeaba y estaba expectante, una sola chispa podría encender aquello mismo que Ibraham profesaba. El líder le habló directamente, abre las puertas y sal, tu vida será perdonada si te sometes a las doctrinas del Brahmismo, y serás salvado. El viejo lo miraba callado, sin responder a tamaña petición que ambos sabían era incongruente, cuando un pequeño grupo comenzó a moverse y arrastraba a una prisionera. ¡No! Bramó al reconocer a Parthia, y sin dudar bajó corriendo y abrió las puertas para ir por ella. En cuanto lo hizo, el edificio fue invadido y él, capturado. Mientras era acarreado a orillas del emperador, vio el cuerpo de su esposa que había sido apedreado hasta su último aliento. Quebrado en dolor, hundía sus ojos en sus palmas mientras negaba con la cabeza.


¿¡Qué has hecho?! Le recriminaba a Constanto por lo bajo. Mira todo lo que has hecho, has pervertido la idea de una sociedad mejor, de un mundo mejor. Se ha perdido ahora toda posibilidad de evolución. El emperador lo miraba sin hablar, serio, pero para ocultar su disgusto, mientras sus pupilas eran iluminadas por las llamas que se elevaban por encima de la biblioteca Edraxana. Se ha perdido la oportunidad de una nueva era para la humanidad, y el año astronómico dorado que alguna vez soñamos. Pero Constanto seguía inmutado.

¡A quemarlo! Exclamaron los ibrahmistas.


¡Sí! ¡Muerte a los infieles!


Tendido en el piso, Edriano sabía que ya estaba cerca, y entregado a su realidad, no se movía. Un poco removido por todo, Constanto en un acto de lo que él consideró piedad, entre los aturdidores reclamos de su plebe y el enmudecedor ruido de la quema de lo que hubiese sido el pilar de la civilización, sacó su daga y quitó al anciano de las manos de los militares, para hacerlo él mismo, acto que encendió la locura de los presentes. Dudando de usar el filo de la cuchilla, mientras Edriano lo miraba no ya con el afecto con que tantos años volvía a buscarlo, sino enardecido, y una mirada con la cual le infundió temor. Con los dientes apretados y escupiendo sangre, le habló Edriano con sumo arrebato.


Tú, siempre mendigando por el amor que te falta y nunca valorando el que te prodigo. Tú, que no puedes aceptar tu tamaño, tus celos han enceguecido tu vida y ahora sumerges en la oscuridad a toda la humanidad. Tú, que no puedes tolerar lo que yo tengo, por no saber agradecer lo que tú tienes. Tú, que siempre naces después que yo, has despertado mi ira. Volveré, porque siempre parto antes que tú, pero siempre retorno antes que tú, porque me vuelvo cada vez más digno, y te encontraré, pues es lo que logras al encolerizarme, para removerte de la línea de los espíritus y despojar a la Tierra de tus acciones.


Vencida la vacilación, Constanto empleó su cuchilla para silenciar a Edriano, pero sus últimas palabras resonarían por siglos en su interior. Constanto aún no podía superar la primera prueba, y se preguntaba qué pasaría con él en su siguiente vida.

Ardía la biblioteca Edraxana, y con ella, las cenizas de una nueva civilización se enterraban en el olvido, junto a las maravillas tecnológicas que se estaban desarrollando que no volverían a ser alcanzadas en miles de años, salvo por muy excepcionales casos.


Edriano pasaba al siguiente plano, pero en vez de todas las imágenes bonitas que estaba atesorando para su partida, se llevó la ira desatada por la injusticia. Fue el hombre que murió desilusionado.

ERA LUMÍNICA


BRISAS ANCESTRALES

Las filas se engrosaron rápidamente entre los que querían un mundo distinto.

Pero había que arremangarse. Física y mentalmente.


La selección se dió natural, puesto que aquellos que no rebasaban lo intelectual y no podían poner de lo suyo, allá quedaron, debatiendo y discutiendo en nubes ilusorias de cambios y críticas sobre el quehacer, pero quietos en la lluvia, refugiados en la cueva de su inercia. Los que entendieron y les quemaba por dentro la necesidad de un cambio, y el ver que ellos podrían ser factores de oportunidades, entendieron que el bien necesitaba organizarse para desplegar todo su poderío, y se aliaron en principio por la mente, por el ideal.

Sociedad secreta. Sociedad, porque se alían entre iguales, se asocian siempre con un fin, un propósito. ¿Secreta? Tal vez porque la sociedad, la que no es secreta, hostiga a que lo sea. Oculta, clandestina… a salvo.


Niklo entendía la necesidad de la prudencia. Llamaría la atención y tentaría a la desidia un grupo que se opusiera a la verdad autoproclamada, pero que curiosamente, se siente amenazada continuamente, como si tuviese que demostrar sistemáticamente lo que es. El rey, soldados, súbditos, los seguidores del Warak, cualquier caracol que asomara en la playa era quitado del medio, puesto que opacaba el bello escenario. Maximum lo aceptó, pero quería protagonismo, quería visibilidad, quería saciar el ímpetu. Paciencia, le decía Connorcers, los procesos tienen sus tiempos, debemos conocer a quienes se nos unen y clarificar el propósito. Muy bien, le decía el otro, pero ¿qué haremos?

Entre los que se comenzaron a reunir, surgía la incomodidad frente a la cultura, frente a la propuesta viva, frente al destino del ser humano. Estoy harto de escuchar las sandeces del rey, objetaba Jor Dagtom, un inepto que juega el papel de bueno y pide a la plebe que también lo haga tal como obliga el Warak, pero todos sabemos de sus amantes y perversiones. Sí, acompañaba en enojo Japol Murat, ¿por qué debemos soportar su contradicción? ¿Quién lo elige? ¿Por qué no derrocarlo? No podemos, intervino Frans Voluntér, no sin violencia, y yo no la recomiendo, sería responder de igual modo tal como hace con sus persecuciones, sus leyes que solo favorecen a él, su indiferencia al pueblo, todo es violencia. ¿Y qué propones? Le preguntó Den Ditrot, si no tenemos fuerza alguna, sólo la capacidad de observar y detectar la mentira. Hace falta una gran verdad, intervino Constan Volei, exponer una gran verdad, LA VERDAD, puesto que el Warak no la posee, por más que promulgue tenerla, por más que yo diga que respiro bajo el agua y me corte una pierna para probar que así es, me ahogo en el agua de la ignorancia, y en la hipocresía de mi intención de probar lo que no es.


De allí, el volcán erupcionó.

Aún no conocemos la verdad, conocemos la mentira, queridos hermanos. Nos une a todos, haber despertado del sopor de la mentira, un poco más, un poco menos, pero tenemos una parte de lucidez, aún no es completa. No juguemos a ser niños portadores de la luz, cuál rebeldes que simplemente se oponen al régimen actual, seamos más inteligentes, usemos la mente en su plenitud, y no la dejemos decidir por arrebatos de injusticia e ignorancia. Vayamos a la causa, vayamos a la raíz de la cuestión, pues de lo contrario caeremos nuevamente en el oscurantismo reinante que desde hace siglos acecha la libertad humana. Rompamos las cadenas de esta condena que nos ata a una cama que tira para que durmamos en ella creyendo que estamos vivos, que somos dueños de nuestro quehacer, mientras otros utilizan todo el resto de nuestro hogar para invadir con mentiras y hacernos creer que somos dueños de algo. ¡NO! En el frío de la creencia y la promesa, nos han dominado para instalar en el poder a los que mejor supieron someter a los que con buena voluntad pero faltos de experiencia, aceptaron ser orientados en lo más puro, lo más sublime y jerarquizado que tiene el ser, que es acercarse a lo que le dió origen, que lo ha creado y con ello, le dió un propósito. Pero en el laberinto de los engaños, fue creado por el mismo hombre, un techo que le impidió ascender a los estratos más altos del conocimiento, colocando un cielo con estrellas como si fuesen un permiso para el paso, pero nunca nadie siendo seguidor de ese dogma ha podido pasar más allá de sus incandescentes encantos. Tal vez los que estamos aquí, más hartos de esperar un descanso inmerecido que una comprobación lógica, podamos encontrar un común acuerdo, señalando a que aquel que se promulgó rey en siglos pasados y que hoy hereda una corona manchada, y el proclamado Ibrawaki como el emisor de una palabra interpretada a conveniencia, son los que mantienen el abismo que separa al pueblo. Pero no os confundais, la batalla no debe ser personal, no podemos atacar directamente a las columnas que sostienen la cultura actual, debemos ser inteligentes, debemos ser pacientes, debemos estar todos de acuerdo en cómo organizarnos, puesto que ellos ya llevan siglos organizados, y nosotros, apenas una reunión.


No soy ningún niño, arremetió Dagtom, sin entender el trasfondo del asunto y susurrando ofendido. Voluntér comprendió todo, su amistad con Niklo hizo que además de entrar por la mente, también ingresarán sus argumentos por el corazón, y ello facilitó que no se refugiara en prejuicios, y por tanto continuó con las observaciones y el debate fluyó para unificar sus criterios y reafirmar cuál era el verdadero tapón que había que destrabar para vaciar el agua y sacar del ahogo a todos.

No es la masa lo importante, señalaba Gobspier, sino aquellos que quieran pensar por sí mismos. No podemos pretender despertar a cualquiera y menos, a todos, debe ser un trabajo perseverante y tenaz, y mientras Connorcers le afirmaba con la mirada, Maximum dió por creada la Fraternidad de Hermanos por la Libertad, y con discreta confianza, se enseñaron un saludo secreto de apretón de manos para que pudieran ser identificados en la siguiente asamblea.


Decididos a comenzar por reclutar a más mentes a la causa, continuaron su indagatoria entre los cafés de la ciudad, pero como toda vez que se inicia un nuevo camino y se hace la experiencia, las oportunidades de observación y crecimiento individual florecen por doquier. La prueba sobre lo que se sabe y lo que se ignora se establece al momento de exteriorizar con un tercero. ¡¿De qué diantres hablas?! Le objetaban muchos. Gracias a los Ibrawakis tenemos las universidades y los refugios para los huérfanos. ¡Por las Stellas de Serión?! ¡¿Tienes idea del descontrol social que sería si a la masa se le diera la oportunidad de objetar algo del dogma?! No señor, no se le da semejante oportunidad, es como creer que por ponerle una caja a un caballo la llevará al mercado: sin su carruaje ni jinete, el animal hará lo que le plazca. Se necesita un orden. ¡¿Que quieren atacar al Warak?! ¡Pero ustedes han perdido el contenido de la cabeza?! ¡¿Por qué no van en contra de Lucius XVI y la monarquía?! Ello es la causa de la hambruna y la desigualdad. Pero justamente el rey ha sido puesto en el poder debido a los seguidores del Warak, son lo mismo. Niños, ¡No son lo mismo! Estudien la historia. ¡¿Ir contra las Stellas?! Pero si gracias a ellas tenemos todo, mis hijos están vivos a la Stella Nonatus, y tengo trabajo por rezarle a Stella Cayetas. ¡No digan tonterías! Apunten a la esposa del rey, Mares Tonet, que todos conocemos a sus amantes y odiamos sus fiestas y el despilfarro ostentoso de comida mientras otros mueren de hambre.

Reagrupados, con tiznes de decepción, no sabían los fundadores de la sociedad, cómo despertar la inquietud, y no quedarse en el intelectualismo. Muchos observan la decadencia, les expresaba Gobspier, pero es una postura ya tomada como que la monarquía y el dogma son dos cosas diferentes. Deberíamos al menos, buscar destituir al rey, sería un paso, y en el poder nosotros, habiendo demostrado nuestra valía, exponer la verdad. Dagtom y Murat lo apoyaron, pero rápidamente Niklo apostó a cambios pacíficos, haciendo uso de los parlamentos legales y legítimos demostrando que conocemos al detalle lo que ofrece el estado actual, y que no es suficiente. No, violencia no. Llevará más tiempo, pero los cambios serán estructurales de base. Gobspier fue el único de los tres que realmente accedió a continuar con el plan.


Con su ímpetu más impulsivo y arrebatado, Maximum le confesó a Niklo el efecto apaciguante que tenían sus palabras sobre él, y lo llevaban a la reflexión. Sé que a veces busco el modo más rápido, y sé que es el fin correcto, le confesaba a Connorcers en soledad, pero hay algo en mí que me incita a obrar con apremio, pareciendo que al momento de presentarse, tuviese que concretarse, como si no hubiese nada más en la vida. Y hay algo en nuestra amistad, mi fiel amigo, que siendo tan distintos, no logro entender qué es aquello tan fuerte que nos une. Por momentos me inunda una profunda pena cuando estoy cerca de tí, como si necesitara disculparme, una tremenda culpa me lleva. Pero veo ese mecanismo impuesto por los Ibrawaki de hundirse en la culpa y librarme del mal, y prefiero estar atento a comprender qué es lo que lo causa, sin necesidad de un intermediario, simplemente yendo a la raíz, que eres tú. Pero a eso se le opone un terrible deseo de recriminarte algo, pero no sé qué, como si mi palabra buscara enmendar errores tuyos, ¡pero no sé cuáles errores!


Connorcers sonrió ante la intemperancia de su amigo, pero le correspondió en el sentimiento, recordando cómo se conocieron años atrás en ese café y debatieron sobres sus ideas de cambiar el mundo, la crudeza de la sociedad actual, el pesimismo reinante y la ausencia de luces en las mentes masa. Y a ambos nos interesó ser una pequeña lámpara de luz para iluminar a esas mentes, le marcó, y a esa generosa actitud se correspondía una ubicación de humildad que nos obliga a actuar con prudencia. Ese feroz ímpetu que tú tienes, es una inspiración para mí, pues denota un sentido de justicia en tí que se exterioriza de manera natural, y siento que sigo aprendiendo de tus conductas. No podría precisar los motivos de tus sentimientos, que incluso parecen contradictorios, pero en la confianza de tu confesión, debo asegurarte que no hay ofensa, en la maraña de lo que es el alma humana, no siempre podemos dar nombre a lo que nos ocurre. Pero celebro que seais consciente de tu acontecer interno, incluso detecto una lucha profunda, donde prevalece el sentimiento, y eso me inspira favorablemente. Nunca se ha de dejar de luchar.

Gobspier miró con intriga a Connorcers, y tardó en emitir su palabra. ¿Alguna vez me habíais dicho eso? No lo sé, pero es algo que así pienso que es. Bueno, tu afirmación resuena como si despertara algo del pasado, y además debo sumar a aquello que me vincula a tí, es que aquella vez en ese café, sentí que le hablaba a alguien con quien ya había hablado previamente, aunque mis ojos te hallaran por primera vez. La confianza y la facilidad con la que conversamos, me guiaron a sentir que nos conocíamos de antes, tal vez vidas pasadas, pero de ello no tengo comprobación alguna.


Niklo levantó sus cejas, y aseguró que tal vez la comprobación estaba dada en el lenguaje de su sentir, e hizo mención a todo aquello que no es físico y maneja la vida. Yo también he sentido alguna vez algo similar, pero en mi caso es como si en vez de habernos conocido de adultos, nos conociéramos de niños, y muchas veces cuando yo estoy por decir algo y tú te adelantas y lo dices con tu propia voz, esa sensación vuelve, a pesar de que no hemos compartido infancia y nuestros padres vivieran en diferentes poblados. No conocí a mi madre, se apenó profundamente Maximum, y mi infancia no fue nada feliz; estoy seguro que tú, Niklo, viviste una niñez de juegos y aventuras con muchos amigos, y nada me gustaría más que poder decir que el vacío de esos años se llenaran con tu amistad. Pues tendremos que recuperar esos años, lo animó el sobrio volcán, y lo llevó a pasear, a que no se limitara a una amistad sola, ni a las que tuvieran sus mismas modalidades efusivas, como Dagtom y Murat.

Mientras iban de visita a uno de los que Niklo buscaba hacer partícipe de la hermandad, Maximum reflexionaba sobre si la infancia tendría algo de influencia sobre el carácter del adulto, dado que Jor y Japol, que los mencionaba Connorcers como amistades de similares conductas, también habían sido criados en orfanatos, sin el cariño de sus padres, pero ello les había dado las herramientas para rebelarse frente al Warak, por haber sufrido el yugo continuo de su adoctrinación durante esos años. Los pensamientos van tomando forma con el tiempo, le dijo Niklo, seguramente no surgen de un instante a otro, menos aquellos que nos caracterizan. Quizá la falta de afecto de los progenitores da lugar a que ciertas manifestaciones se expresen, y que no ocurrirían si fuese lo contrario. Pero tampoco ocurre que aquellos que tienen a sus padres, sean siempre derechos y honrados. ¡¿Y entonces?! No creo que haya una receta, mi querido amigo, pero sí que la vida siempre encuentra la forma de ponernos a prueba y pasar a otros estados, siempre luchando. Y sonrió.


Llegaron con Wilem Heshel, quien los asombró con su potente telescopio. Fascinado el astrónomo, les mostraba la evidencia de sus descubrimientos, participándolos de la belleza del cielo. Aún no he encontrado prueba alguna de que esos gigantes luminosos puedan conceder deseos, les afirmaba Wilem, y menos que tengan ojos con los cuales puedan verme a mí y a ustedes a la distancia, ¡apenas puedo evidenciar que están allí con esta lente! Pero déjenme mostrarles lo más increíble que he hallado hasta el momento. Y al colocar sus ojos sobre el ocular, Maximum vio un pequeño punto celeste, que por cortesía elogió diciendo qué linda estrella, pero Heshel lo corrigió. ¡NO! No es una estrella, como todos creen al invocarla como la Stella de Geogis y las causas perdidas, ni tampoco un cometa como lo dijo el baboso de Bevs, ¡NO! Es un planeta!!¿Y ven que es redondo? Como el nuestro, contrario a esos pedantes que sostienen todavía que vivimos en una cosa plana aferrada a un pez gigante. ¡Esto es maravilloso!

Mientras Wilem comentaba el nombre de su planeta en una bromista referencia a una antigua deidad llamada Urano, sólo para molestar al Ibrawaki, la hermana del astrónomo, Carys, distrajo con sus encantos a Maximum, su aire intelectual y sus conocimientos sobre las estrellas fueron imanes para una atracción instantánea. Niklo percibió la obnubilación de su amigo, y con mesura, le preguntó a Heshel si no era molestia beber un té mientras esperaban un tiempo hasta que fuera hora de una reunión que tenían más tarde. ¡Para nada! Quedaos, ahora están por visitarme otros amigos. Y así las oportunidades se ampliaron.

El primero en llegar fue Edord Jenker, un médico muy serio que habló de sus estudios sobre el brote de viruela, y todo lo que comentó, interesó vivamente Gobspier, como si conectara con su vocación de servicio de antaño, y debatieron a voz viva y acaloradamente sobre el origen de la afección. Debe haber algo más pequeño que cause un estado febril que haga que el cuerpo busque rechazarlo, aunque nuestros ojos no puedan evidenciarlo, emitía Maximum. ¡Fascinante! Se sorprendía el facultativo, eso es algo que he discutido con mi colega Liam Harveis al ver que la sangre se compone de pequeños fragmentos individuales, y lo afirmaba su colega, Josf Pastur, quien certifica que ínfimas esporas habitan por doquier y causan la fiebre; he quedado pasmado con sus teorías, mi querido abogado, no sabía de sus inquietudes por el cuerpo humano; y ya que ha probado su valía, le contaré que estoy trabajando en un experimento que he denominado VACUNA, que consiste en tomar sangre de animales enfermos que se han curado, para inyectarla en los que no han padecido nada aún. Gobspier abrió los ojos en asombro, casi odiando que esa idea no se le hubiese ocurrido, y debatieron sobre ello, haciendo analogías sobre cómo el cuerpo se hace más fuerte cuando pasa por un tormento, físico o mental.


Al tiempo se unió Morten Kaprot, un entusiasta químico que no paraba de etiquetar como metales y aleaciones todo lo que encontraba en la casa. Pronto la confianza con Niklo fue feroz de parte del recién llegado, le hablaba sin parar como si lo conociera de antes, pero los ojos de Connorcers se desviaban incómodos, pero con respetuoso silencio lo oía. No hubo alquimista más grande que Oenheim, hubiese querido conocerlo en persona, decía el químico. Sus trabajos sobre las serpientes y la purificación de humores es prodigioso, y cómo sabía mezclar metales y sales hacen pensar que podía ver la estructura atómica de los elementos. Niklo sonrió, y habló de las energías que se emiten incluso entre personas, y cómo esa vibración puede percibirse sin describir en palabras, como la simpatía o antipatía. ¡Así es! Continuó Kaprot, y sacó de su bolsillo un polvo gris que orgullosamente exhibió al conjunto. Mirad, quizá para muchos sea un poco de mugre, pero estoy seguro que en algún momento podremos utilizar al igual que la madera, otros sólidos como fuente energética, como lo podría ser este nuevo elemento que he descubierto. Nadie hasta la fecha había logrado aislar esto que he hallado en la mina. Heshel lo tomó en sus manos, lo examinó y muy alegre comentó que era un gran día para los descubrimientos, incluso podría llamarlo Urano como a su planeta. Quizá con alguna modificación, mi amigo, le respondió aceptando, podría ser Uranis, o tal vez Uranio, debo pensarlo. El polvo pasó entre los invitados que observaban sin diferenciarlo de un poco de polvo, pero cuando llegó a las manos de Connoncers, una horrible sensación lo aquejó y dejó perplejo, en íntimo rechazo a seguir teniéndolo cerca, y lo devolvió a su dueño, a quien el detalle no escapó. ¿Sucede algo malo? Le interrogó a Niklo, quien un poco desconcertado negó, y felicitó por el descubrimiento.

El nuevo metal quedó opacado todavía más al llegar Sofys de Grochet, una dama por demás inteligente que hablaba varios idiomas y traducía obras literarias y ensayos de intelectuales extranjeros. Cuando mencionó que la mujer era igual al hombre, no desde su composición física, sino mental y equiparándose en la búsqueda del saber, Niklo Connorcers quedó rendido ante el encanto de la nueva invitada. De virtudes discretas, ambos comenzaron a dialogar formando una burbuja que pronto los uniría. Ella dócil y para nada engreída, tenía manifestaciones delicadas pero enérgicas, ubicada con altura frente a su galante, que se sentó a su lado.

Entre risas y coqueteos, un nuevo personaje frustrado por defecto, refunfuñaba sin cesar. Piero Buchar, un aventurero y estudioso de civilizaciones antiguas, no dejaba de quejarse por estar estancado en su descubrimiento. Amigo mío, le dijo el dueño de casa, llegas tarde y balbuceas sobre cosas que no entendemos; dinos qué es lo que te ocurre en un idioma que todos podamos entender. Verán ustedes, comenzó el rabioso explorador, en mi última expedición a los desiertos más frondosos, he hallado una piedra de proporciones injustificadas, en un idioma que no logro descifrar; Bah, son dos idiomas, y al no saber exactamente de lo que se trata, no puedo poner un precio y sostener mis gastos hasta tanto no precisar el año y lo que dice. ¿Un grabado en piedra? Preguntó Connorcers. ¿De qué tamaño? ¡Inmenso! Es como un buey, mis hombres lo traerán la semana próxima porque es difícil de maniobrar. Yo podría concretar una cita con un amigo que es un estudioso de idiomas antiguos, acercó Sofys, y con gusto os podrá ayudar. Le estaría muy agradecido, Madame.


La alegría levanta ciertas barreras que en las modalidades parcas suelen estar bajas. Maximum estaba radiante después de la cena, ora por las mentes que había conocido, ora por el corazón que había conocido. Durante la semana no dejó de hablarle a su amigo Niklo sobre las virtudes de Carys Heshel, su inteligencia, su manera de parpadear, cómo servía el té… estaba fascinado, el sentimiento manaba descontrolado. Connorcers lo escuchaba siempre sonriente, y dejaba pasar las indiscreciones de su amigo porque sabía que ese estado era completamente nuevo para él, todavía estaba ensayando ser así, Maximum en docilidad plena, en serenidad ecuánime, en lucidez al actuar. Criado como Marqués pero nunca alegando su título, Niklo Connorcers estaba entrenado en la cortesía y los modales, que potenciado por su personalidad llena de templanza, se volvió el confidente ideal de Gobspier.

Con la excusa de una nueva reunión y poder encontrarse una vez más con Sofys, asistieron a la cita entre Piero Bushar y el estudioso de idiomas, Jefranz Championon. El misterio de la roca se mantuvo, porque la manta que la cubría y las cajas con que fue transportada, si bien se quitaron rápidamente, para muchos no dejaba de ser un trozo gigante de oscura piedra. Pero sordos a las exclamaciones de sorpresa, Niklo y Maximum se aproximaron lentamente a ella, como si algo los estuviera llamando desde su interior, absortos en un mar de incertidumbre, naufragaban sin mirar las estrellas, perdidos en un sinfín de preguntas. Tocaron la granítica escultura, golpeando las puertas del pasado, pero la habitación estaba vacía, y el eco indiferente aún les devolvía una incógnita más respecto a su existencia individual.


Para los demás, parecía que esos amigos estaban admirando el descubrimiento, tal vez un poco exagerando el rostro, pero nada más. Para cada uno de ellos dos, algo en el interior se estaba volviendo a mover, algo dormido por centurias que ni cerca de ser un mero recuerdo feliz, entrañaba el enigma génesis de un legado. No habían notado que el otro se había acercado, tan perdidos estaban que la desconexión de los ojos con la consciencia, que estaba revolviendo un viejo baúl, hizo que al rato se reencontraran uno al lado del otro. Se miraron como si se conocieran por primera vez, no se reconocieron, pero algo existía que los tornaba familiares, y el asomo de la curiosidad se opacaba por el velo de las sensaciones. Los labios se abrían y cerraban, pero las palabras que se querían decir no coincidían con las que la mente encontraba en la alacena de pensamientos, y la lengua rechazaba el pedido cuál comida exótica. No lograba salir más que aire vacío de ambas bocas.

Luego de un tiempo, Championon hizo sus estudios, y el magnetismo de la estructura no lo dejaba separarse, más cuando ponía a prueba lo que sabía, pero también lo que desconocía. Admitió no reconocer enteramente lo que veía, ni los dibujos en la parte superior, pero que no le parecía extraño, y algo podría avanzar en la comprensión de lo que le presentaban. Luego de una ceremonia de té y augurios de labor en equipo, Niklo besó la mano de Sofys, Maximum besó la mano de Carys, y se marcharon, algunos con más confusión que otros.


Esa sensación tan única, le declaraba Gobspier a Connorcers, sé que tú también la has tenido frente a la roca, que nadie más en la sala hubo de experimentar algo semejante, como si el cuerpo permaneciera en su sitio, pero todo lo que no es el cuerpo se transportara a otro lugar. No puedo ubicar las palabras, pero algo muy especial me ocurrió, que separó partes de mí que no sabía que existían. Niklo aprovechó a desplegar parte de su lava. Hay mucho más que mente y sentimiento, mi gran amigo; dentro de cada uno de nosotros está contenido un país, un mundo, un universo de órganos tan reales como los que nos permiten respirar y comer; pero difícilmente los atendemos a diario, no los reconocemos, nos olvidamos que están, puesto que es más sencillo satisfacer el hambre y el sueño que aquellos llamados internos que nos guían a conocernos más, y saber quiénes somos en realidad; estar con las personas adecuadas, tiene ese efecto, y sí, lo admito, he vivido lo mismo que tú, pero gracias al hecho de vincularme a seres que poseen esas inquietudes, que se animan a nuevas experiencias, que me une a ellos algún ideal; pero también, que no poseen ciertas características que no me son favorables, y saber elegir entre ambos conjuntos no siempre es fácil; estar junto a Heshel nos ha abierto no solo la posibilidad de abrir nuestro corazón a Carys y a Sofys, sino también la consciencia, la memoria, la comprensión, quién sabe, tal vez hasta alcanzar la parte espiritual al entrar en contacto con una roca que nos llama como si fuera parte de nuestra historia; Hoy nos hacemos preguntas sobre nosotros mismos, que no nos hubiésemos hecho si estuviéramos sólos o con aquellos donde el pensamiento violento está cobrando color; Quisiera que hoy en tu reposar, mantengas viva la imagen de todo esto que nos está ocurriendo.

Haciendo caso a su propio consejo, Niklo también en su hogar, meditó antes de reposar, qué era lo que iba a depositar sobre la cama, ¿era un montón de huesos y músculos cansados, o era algo más? ¿Dónde estaba todo eso que lo mantenía vivo?


Solía tener sueños lúcidos, pero en este le estaba permitido hacer cosas que antes no. Pudo acceder a viajes a través del tiempo, recorrer brevemente períodos insospechados, entrar en detalle minucioso en aspectos de su propia vida, que ni el más caro de los placeres podía llegar a compararse al regocijo y sosiego que le produjeron. Despierto ya, escribió sobre lo que vivió durante la noche en una intimidad muy particular, que lo hicieron reflexionar sobre la selección en prudencia de los hechos que debería revelar. Una vez aclarado en su mente, pasó a contarle a Maximum lo que comenzaba a recordar.

Las palabras tienen tres fuerzas: la que se dice, la que está escrita, y la que queda en la mente. Gobspier lo miró tan confundido que no podía decir si era porque… pero empezó a asentir con la cabeza. Le dio tiempo para reavivar todo lo que estuviese en su capacidad, la pauta fue el prolongado silencio de Maximum, así que siguió: no son dos idiomas, son… TRES gritó Gobspier antes que Niklo pudiera finalizar, algo había aflorado. Con la sonrisa cómplice de ambos, Connorcers guió la conversación hasta donde el abogado pudiera llegar, puesto que claramente el que menos recordaba, ponía los límites de la prudencia y la discreción.


¡TRES! Gritó Championon, claro que son tres. Yo no creo en las estrellas ni nada de eso, pero estoy muy agradecido que hayan aclarado esto, gracias a las Stellas. Ahora entiendo todo, y si es como ustedes dicen que lo mismo ha sido grabado el mismo texto en tres idiomas diferentes, podría ser una clave sin antecedentes para descifrar el lenguaje de perdidas civilizaciones de las que ya no se encuentran oradores. Jefranz estaba en un éxtasis de felicidad al serle descubierto parte de un trabajo que estaba por acabar con su reputación al no tener un avance, y estos dos amigos al compartir una fracción de su saber, favorecieron el desenvolvimiento.

Eso de las tres fuerzas, le decía Gobspier en otra oportunidad, no logro entenderlo por completo, pero me acerca a tí, Niklo, aún no sé cómo, pero lo hace. Me siento en mayor confianza contigo, y si bien he buscado quitar de mí el creer, entiendo que experiencias de este estilo son una aproximación a una comprobación de haber vivido cosas en otra era, con otro cuerpo, pero manteniendo alguna esencia en mí, que me permite dar un pequeño vistazo a eso que ocurrió. El marqués no quiso profundizar más, ya había sido suficiente, pero su silencio fue aceptado como un pequeño latigazo por el astuto de Maximum. Entiendo que tú recuerdas más, y optas por callarlo, no sé por qué lo haces si dices llamarte mi amigo, ni porqué puedes hacerlo, puesto que tenemos la misma edad y mismos intelectos. Niklo, en el esfuerzo de la humildad sin condescendencia, le dijo que él también estaba lidiando con recuerdos que debía comprender primero, antes de exteriorizarlos. Aún están en la mente, hablando de la fuerza de las palabras, luego estarán habladas. Sin serenar del todo su ánimo, Maximum le dio la mano y marchó a su hogar. El pensamiento de celosía volvía también.


Un poco alejado de la rebelión creada, ambos iniciadores estaban algo absortos en las exigencias primaverales por haber conocido a sus doncellas. Las reuniones de la Fraternidad de los Hermanos por la Libertad continuaron, con sus filas peligrosamente insufladas, y como gallina desconectada de su cabeza, el rumbo se volvía incierto. Niklo y Maximum no olvidaban su propósito, pero el primero se estaba asustando al ver que la violencia tomaba más mentes, y en ese estado, los resultados que se buscaban, optaban por los medios menos convenientes. Las veces que lideraba la reunión, siendo él uno de los fundadores, se encontraba regularmente pasado de tiempo para finalizarla por las demandas de respuestas que tenían varios integrantes por la falta de resultados. ¿Cuándo haremos algo más que criticar al Warak? ¿Cómo atacaremos al poder? ¿Y si derrocamos al rey? ¿Cuántos debemos ser para lograr un cambio? ¿Qué hago si mi familia está a favor del feudalismo? ¿Por qué hablamos de creencias si queremos un cambio social?

Frans Voluntér, Constan Volei y Den Ditrot usualmente eran las mentes aliadas que buscaban sosegar el alboroto, pero pensar y crear un pensamiento fuerte, dificultaba que entrara en mentes poco preparadas. En cambio, los pensamientos reaccionarios creados por Jor Dagtom y Japol Murat eran mucho más fáciles de captar y prendían como cerillas en más mentes, y poco a poco una brecha se abría en una tierra fértil. El eslabón flojo hacía débil a la cadena, y al que más le encendía la mente esa clase de pensamientos, era a Gobspier, por lo que muchos apuntaban a él como verdadero líder de la revolución, y haciendo grupo aparte tras no oír lo que esperaban de Connorcers, le invadían el hogar al abogado para seguir alimentando la imagen de la insurrección.


El marqués de Connorcers hizo marquesa a Sofys de Grochet luego de un sueño que él tuvo, donde se tomaban de la mano y ambos volaban juntos. A medida que avanzaban en el aire, también lo hacían las eras, y partieron desde una llanura verde con simios corriendo sin sentido, pasando por otros seres que se vestían con túnicas en un oasis de grandes verdes y luminosas edificaciones marrones, luego por una meseta de gran miseria y pobreza vistiendo harapos y deambulando sin rumbo, hasta llegar a un lugar nuevamente luminoso, con gente de grandes vestidos y ridículas pelucas, de opulencia alimentaria pero de hambre intelectual. El vuelo seguía y seguía, como si atravesaran un desierto enorme, y ellos a la altura, se miraban y se seguían sosteniendo de la mano. De pronto, tierra, dorada y brillante, de paisajes hermosos y aromas frescos, coloridos cielos y estrellas brillantes. Debajo, simios, pero vestidos con harapos. Descendieron, y al estar cerca, otros más comenzaron a descender y seguidamente, los simios comenzaron a aproximarse.

No fue sino hasta el nacimiento de su hija, Caridad de Connorcers, que Maximum Gobspier desposó a Carys Heshel, absorto éste en temas dedicados a la Fraternidad había postergado la unión con la astrónoma, resultando también en el enojo de Wilem Heshel, quien decidió separarse de sociedad secreta por este motivo, y llevándose con él a Kaprot y Jenker. Pero ese matrimonio había comenzado con un arrebato, a pesar de tener raíces tan puras. Cierta vez de visita, la familia Connorcers con la flamante heredera, se encontraron a Carys consternada y sola, llorando en su sala y pidiendo a Niklo que la auxiliara. Has sido un devoto esposo cuidando a Sofys durante el embarazo y sin duda lo eres también como padre, le decía la afligida, pero ello ha exigido a Maximum a dedicar todo su esfuerzo a la rebelión y a estar con sus compañeros. No quiero ser una esposa que restrinja la labor de su amado, pero lo noto muy cambiado, es más violento, no me llena de atenciones como antes… y secándose las lágrimas y para no considerarse estar aliviando penas íntimas, buscó recomponerse y cortó el tema, aludiendo que al menos tenía tiempo para su investigación, y les mostró lo que había descubierto.


Carys los llevó al telescopio, lo que le daba tiempo a quitar sus lágrimas. Niklo y Sofys en silencio la acompañaban, Caridad lloraba, pero no por eso no acompañaba, no tenía opción al estar en brazos de su madre. Cuando enfocó, le ofreció a Connorcers la mirilla, y Niklo volvió a revivir lo que sintió cuando tocó la piedra de Bushar. Como una voz lejana, Carys informaba que había descubierto un cometa, y que lo iba a llamar Heshel-35. Luego de una efusiva congratulación, Sofys le preguntó sobre el número en el nombre. Es una broma a mi hermano por haber perdido la apuesta, le dijo la astrónoma, porque él sostenía que como mujer no iba a poder descubrir nada. ¡Qué tontería! Exclamó Sofys, en ésta época, ¡¿cómo un caballero como Wilem puede decir semejante antigüedad, encima a su hermana!? Mira, ya le he hablado a Niklo para que en la reforma se plantee el voto femenino como una obviedad, algo que debió estar desde siempre, ¿no es así? Pero Niklo no contestaba, seguía perdido en los tiempos, y esta vez fue más fuerte, y se cayó al piso, haciendo llorar aún más a su hija.

No perdió el conocimiento, pero tardaba en responder. Con la excusa del llanto imparable de Caridad y el desmayo de su esposo, seguramente por cansancio, Sofys agradeció el té a su amiga y con gran control sobre la situación, arreó a su familia hacia su hogar, acostó a la pequeña luego de darle el pecho, y acostó a su esposo. Cuando él se despejó, ella le preguntó qué había recordado. Niklo la miró sorprendido, pero todas las imágenes estaban borrosas, incluso la de su esposa, y sólo pudo alegar que tenía una sensación de enorme compromiso frente a su amigo Maximum, inexplicables fuerzas lo llevaban a estar a su lado y acompañarlo, a guiarlo. Pero no sabía por qué. Sofys sonrió, le acarició la frente, y lo instó a oír ese sentimiento apenas recuperara energías.


Intentó soñar lúcidamente, intentó recordar, intentó tener una reviviscencia con su escritos, pero la claridad en la comprensión no llegaba, como si exhortara una acción, así que fue a ello, y le habló a Maximum, principalmente con el corazón. Le confesó que su familia demandaba gran parte de su tiempo, su pequeña hija lo tenía enamorado, pero que no había olvidado el propósito detrás de su Fraternidad, la búsqueda de la libertad mental de todos los que estén listos para asumir su responsabilidad frente a sus obligaciones individuales y para con la sociedad. Pero tenemos tiempo, mi amigo, no apresuremos un proceso que será largo, porque además de ser empinado, lleva siglos arraigado en las bases de la moral humana. Tu esposa te aguarda en tu hogar también. Le agarró el brazo en señal de anticipación sobre el serio asunto que iba a decirle a continuación. ¿Lo has visto? ¿Qué cosa? El cometa que descubrió Carys. Gobspier negó con la cabeza. Yo sí, yo lo he visto, y he sentido lo que juntos sentimos cuando tocamos la roca de Bushar, la conexión con el pasado, con algo más, mucho más fuerte, como si conectara con el universo, con lo espiritual. Viendo que su amigo le hablaba de un tema tan delicado e íntimo que involucraba el misterio mismo de su creación, Maximum dudó, y por un instante tuvo la oportunidad de luchar, pero fracasó, y por demorar su retorno con Carys, el cometa pasó, y con él, un jirón de su identidad que determinaría el destino de su vida en este ciclo.

Le dijo a Niklo que regresaría más tarde, que primero debía atender a un nuevo médico que se había unido a la Fraternidad de la mano de Murat, y lo invitó a unirse, cosa que Connorcers hizo para mantener el propósito intacto y acompañarlo junto a Carys ni bien terminaran. Pero la decepción fue enorme para el marqués, al ver que el nuevo miembro, Josif Guilliton presentaba un enorme aparato de madera con una hoja filosa, la cual había que sujetar y arrastrar por una canaletas corriendo a gran velocidad para cruzar de derecha a izquierda y remover desde el cuello, la cabeza de algún desgraciado que tuviese la mala fortuna de recostarse.


Todos estaban jocosos con la demostración. Obviamente, no había ningún sujeto de pruebas allí, sólo un poco de heno para dar un aspecto serio. Niklo estaba perplejo, no tenía idea que iba a ser testigo de una transformación tan radical de su logia. Josif Guilliton estaba eufórico por las alabanzas de sus hermanos de Fraternidad, pero el rostro de felicidad se cayó y apareció otro de vergüenza cuando Maximum Gobspier propuso, sin quererlo, pues era su herencia científica la que habló con independencia de su control lingüístico, y le dijo si no sería más fácil colocar la canaleta de manera vertical dejando que la gravedad acelerara la cuchilla sin necesidad de correr de un lado al otro cual chiflado. Josif en su interior pensó en cómo no se le había ocurrido antes, y los ojos se le salieron tan afuera del rostro que parecían tapar su boca. Aunque quedó mudo, tras el festejo de la muchedumbre por la ocurrencia de Maximum, Josif lo adoptó rápidamente como un cambio propio, y nuevamente el letrado Gobspier sin desearlo demasiado, era aclamado líder de la revolución entre sus fraternos, y en el alboroto de los festejos por lo que se avanzaba en la causa, Niklo se marchó en silencio con profunda melancolía en su corazón.

No estoy pudiendo lograrlo, le confesaba a su esposa Sofys, tener esa integralidad, dedicarme a la causa y cuidar del hogar, a la vez que ejerzo mis obligaciones sociales. El hecho de que la revolución haya tomado fines tan drásticos y violentos prueba que su prístino origen ha sido manchado, y temo por las consecuencias que esto pueda tener a futuro. Y temo también por mi amigo Maximum, que se muestra amable y considerado cuando está junto a nosotros, pero indiferente y rígido cuando se vincula a ciertos personajes. La falta de afectuosidad condensa su estado emocional, y queda a merced de la aspereza de los pensamientos extremistas. La marquesa lo escuchaba, y lo alentó a dedicarse más a la Fraternidad, ella estaba bien, y la bebé también, no debía imaginar por demás respecto a la seguridad de ambas.


Connorcers se abocó más a su amigo y a la logia. Gobspier fue padre entre idas y vueltas, como si un nuevo libro estuviera en el estante de la biblioteca, un pequeño con dificultades para respirar que a gritos pedía auxilio y permanencia de ambos progenitores. Niklo con efusiva paciencia lo orientaba a su amigo a quedarse más en el hogar con su esposa e hijo, especialmente con el inconveniente del bebé para oxigenarse, a lo que Maximum siempre le respondía que sí, aceptaba gratamente el consejo de su amigo, y respondía. Pero más de una vez era removido de su familia porque Murat o algún otro iba a por él con la excusa de una urgencia.

El marqués asistió con mayor frecuencia a las reuniones, y dio grandes comprobaciones a todos sobre el origen de la corrupción, el apego a lo material y la desdicha humana por el alejamiento espiritual. Pero si bien tenía aliados entre las filas de la hermandad, siempre había un cuestionador que no llevaba al diálogo, sino al desprestigio malintencionado. ¿Cómo puede hablar de lo espiritual si usted tiene sirvientes y vive en una enorme casa? Lo espiritual no está reñido con lo material, le respondía Niklo, no es necesario despojarse por completo de uno para disfrutar de lo otro; el mismo cuerpo que ahora nos permite oír y hablar es material, pero convive con lo espiritual. ¿Y qué tiene que ver la corrupción, el desenfreno y la frivolidad con las Stellas? Pues basta rezar según ellas, luego del error, para sanear la deuda, pero el pensamiento no se ha ido, el error está en la mente, y seguirá produciéndose hasta que no sea removido de ella, y lo que es peor, queda más acomodado y afianzado puesto que este otro pensamiento lo consiente al hacerle saber que frente a su manifestación, no habrá consecuencia alguna. ¿Pero la desdicha humana? ¿Cómo explica mi sufrimiento, o el sufrimiento de todos aquellos que han nacido sin una mano, que cada vez son más, o incluso aquellos que están comenzando a nacer sin pies? Hemos venido a este mundo sin comprender nuestro propósito, y se nos ha dado uno que el mismo hombre ha inventado, y por un tiempo eso fue tolerado. Pero al seguir incurriendo en errores que no son corregidos, la misma vida nos orienta para que no miremos a otro lado y comprendamos que no hemos sido creados para satisfacer sólo los placeres físicos, ni sólo a llenar nuestros estómagos o poseer tierras tan amplias que jamás llegaremos a recorrer. No. El sufrimiento guía al ser humano hacia su interior, hacia lo espiritual, sólo así logra plantearse interrogantes que en el despilfarro y abundancia no molestan. Pero cuando un ser nace sin manos, la vida le quita aquello que le había otorgado para ayudar, para extender al semejante, para valerse por sí mismo, para crear y hacer grandes cosas, y piensen si no es en ese estado cuando más valora todo aquello bueno que sería y haría en cuanto lo ha perdido, incluso sin haberlo tenido o pedido en esta vida, cuán fuerte se torna el anhelo de enfocarse en lo que haría si esa mano estuviera presente, el buen uso que haría de ella, lo feliz que sería y buscaría que otros lo fueran, y en esas manifestaciones, lo desplazado que queda el pensamiento de levantar esa mano sólo para dañar al semejante. Y nosotros aquí, debatiéndonos sin conciencia alguna, con nuestras dos manos, pies, cabeza y tanto más. Os pido una profunda reflexión, una reflexión sobre aquello que tenemos, pero también sobre lo que nos falta conocer, la vida espiritual no es una simple leída de libro o visita a la ópera, hay toda una parte constitucional nuestra que está inexplorada que pide a gritos ser atendida.


¿Y tú serías el indicado para darnos a conocer esa parte espiritual? Le recriminó uno en burla. Es fácil decirlo cuando todo está resuelto para tí, con dinero y una familia, le reprochó otro. Niklo controló su enojo, pero habló con mayor energía. Yo hoy estoy aquí, y junto al letrado de Gobspier hemos fundado esta sociedad con el fin de quitar el velo a la mentira, no porque tengamos la verdad, sino porque hemos visto dónde no lo está. Considero que todos tenemos algo que aprender de cada uno de nosotros, si nos disponemos a compartir nuestras reflexiones y observaciones, todos saldríamos enriquecidos mutuamente, tal vez algunos más que otros, pero cada quien recibirá algo. El día en que un espíritu superior aparezca y pueda guiar con su saber hacia un mejor destino, seré el primero en guardar silencio y buscar su orientación, porque como he dicho, no considero tener la verdad y no poseo la sabiduría plena para enmendar todos mis errores. He aquí la invitación, a ser cada uno mejor de lo que hasta ahora es.

¡Pero el mayor error es el rey!


¡Sí!


¡Es tiempo de actuar, no de hablar!


¡Sí!


¡Queremos que Gobspier nos guíe!


Casi como si las palabras de Niklo hubiesen quedado olvidadas, la muchedumbre comenzó a gritar y la bandera de la violencia empezó a flamear. A pesar de que Berto Turget y Jirend Almert buscaban calmar los ánimos y dar apoyo a Connorcers, el bullicio se transformó en una marcha de guerra, y el debate sin sentido frente al fanatismo hizo que la reunión concluyera con tintes ácidos.


Afligido por ello, y viendo que Maximum estaba siendo presionado por el gigante que se había creado, Niklo buscaba orientarlo y apoyarlo, pero para que mantuviese la calma y reencauzara a los perdidos. Entre semanas difíciles, con grandes malestares sociales, la hambruna que golpeaba las puertas del estómago, la mecha de la desigualdad social se iba cortando y cada excusa era motivo de una explosión, ocurrió un día de paz, saturada la mente de tanta negatividad, encontró una razón para darse una tarde de felicidad. Las familias de ambos amigos estaban reunidas alrededor de un sabroso té, y Niklo miraba cómo afloraba la paternidad de Maximum cuando tomaba en brazos a su retoño, con una ternura lo miraba, con una delicadeza lo acariciaba, que generó una admiración entre todos. Respira mejor cuando él lo sostiene, informaba orgullosa Carys. Con voz suave, desconocida para Niklo, Gobspier alegó que él mismo adaptaba su respiración a la de Francis, y ambos coordinaban su frecuencia, lo que le permitía a su hijo estar más calmo. A Connorcers se le llenaron los ojos de lágrimas, y ponderó el cambio logrado por él, lo evidente que era, pues se transformaba en una persona indudablemente más agradable, buena, afable cuando el sentir lo guiaba. Maximum lo miró con una entrañable confianza, y le dijo que hacía un tiempo, en un sueño, le resonaron las palabras que debía luchar, debía enfocar la lucha en su interior, y lo primero que hizo fue recordar a su madre, que falleció tras su nacimiento, y su padre a cargo de 5 hijos, jamás pudo dedicarle tiempo y abrazos. Por ello, se percató que estaba repitiendo el mismo mecanismo de crianza de su padre, y entendió que la lucha estaba en buscar superar eso.

La fugacidad de ese momento tan especial, se la llevó la interrupción de Dagtom y Murat en la casa de los Gobspier. Alegaron tan pesados argumentos para que Maximum los acompañara, que ni el llanto de Carys pudo hacerlo quedar. En ese instante, el agudo olfato de Niklo le permitió percibir el olor del temor al qué dirán en su amigo, no podía decir que no a quienes lo idolatraban, no podía decepcionar a sus seguidores y el pensamiento se alimentaba entre ambos bandos, en aquellos que lo buscaban como a un salvador, y él, que se sentía en un rol similar. Allí, Connorcers, al ver que Gobspier renunciaba a esa ocasión feliz y sensible con su familia, para ir a salvar el mundo en apariencia, tuvo otro velo caído, y pudo ver la realidad: la mente estaba cambiando la imagen salvadora de las Stellas, por la imagen salvadora de Maximum Gobspier. No había mayor luz, era la misma sombra transformándose en cosa parecida.

Semanas estuvo consternado con esa reflexión. No por el mero hecho de pronunciarse en contra de algo, la mente estaba lista para lo nuevo. No. Es como el músculo que está acostumbrado a cierto movimiento, buscará continuar haciéndolo, el que se sienta en el sillón siempre igual, el que camina rápido, el que usa los utensilios como diestro, el que sujeta la copa por debajo, el que se golpea torpemente con el pie con cada mueble que encuentra, el que cree que hace todo bien y los demás deben hacer el cambio. Reflexionaba sobre su intención de crear una nueva sociedad con fines altruistas sin haber conocido este detalle de la mente y la inclinación de caer hacia lo ya conocido, minimizando el esfuerzo que requiere ascender hacia lo nuevo. Casi deprimido por todo lo que había ocurrido con la Fraternidad y el giro de objetivos violentos que había tenido en ese último periodo, no sabía cómo proseguir.


Para animarlo, su amigo Jirend Almert concretó la salida al teatro para el estreno de la obra “Teresa” de Lusion van BenHofen, y sin dudas era una maravilla sonora incomparable para su época, pero los ruidos por fuera del edificio se tornaron más atractivos que la interpretación al piano. Como hemorragia indeseada, la sala se vació y al dar a la calle se encontraron con la revolución misma. La violencia empadronada por civiles que, días atrás estaban bebiendo café, besando a sus familias y estrechando la mano a sus vecinos, ahora estaban sosteniendo antorchas y tridentes para reclamar una justicia que según ellos, estaba cargando mal el peso de la balanza. Caos e incertidumbre donde minutos antes se oía una bella melodía, mutó a gritos y palazos que no se entendía el porqué ni tampoco de quién vendría.

Junto a otros revolucionarios, una fracción de la hermandad unida por la libertad, se apoderó de la fortaleza de San Anton, cuyos cañones apuntaban a los pueblos y servía de prisión para personas que se oponían a la monarquía. Con tremenda vehemencia, mataron a guardias y gobernadores, para demostrar la valía y el poder del pueblo frente a la opresión, liberando a personajes políticos y bandidos, como si hubiese distinción. El pueblo salió de sus hogares una vez comprendido el mensaje, para apoyar la ruptura de las cadenas, quemando también templos y edificios públicos, en una persecución sin abogados, sólo uno, Gobspier, pero lleno de jueces y ejecutores. La revolución cobraba nombre de sublevación y la mente aplastada por el zapato de zafiros y diamantes, explotó como resorte, y extremista como tal, llevó las consecuencias sin medir sus actos.


El ambiente reinante era atróz, quien no se mostraba a favor inmediatamente era considerado un traidor, y cambiando el temor a las Stellas y el fuego incandescente, por el filo de una hoja sobre la cabeza para cortar el cuello, muchos vendieron sus principios para sostener su propia vida, pero no todos podían sospechar hasta dónde el nacimiento de tal desorganización que buscaba la organización social, llegaría en sus demandas.

Niklo Connorcers se refugió prudentemente con su familia, y fue albergue para varios intelectuales que serían cazados por mínimas excusas.


Maximum Gobspier fue arrastrado en parte por sus seguidores, en parte por sus inseguridades, a ser uno de los referentes de la revuelta que marcaría una emancipación de las creencias, pero utilizando los mismos métodos que la cultura vigente.


ERA DEFINITORIA



TEMPLADO A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS


Carretas, trenes, dirigibles, automóviles y recientemente, aviones. Las manos de los hombres estaban creando medios fabulosos para que el cuerpo fìsico se trasladase no solo a mayores distancias, sino a velocidades que generaciones atrás, considerarían como mitológicas. Pero seguía moviéndose en la Tierra, con la ilusión en las estrellas, y en la ficción de estar en un lado y en otro, creyendo que vivía, no hacía más que mantener a su ser espiritual al margen de su realidad manifiesta. La mente, distraída en placeres transitorios y explosivos, y preocupada y ocupada por la acumulación de metales y ajuares, no lograba encontrar su cauce para acercarse a su propósito, para lo que había sido creada, y se abocaba a lo referente a hacer la situación física más holgada, ahogando una parte suya en la más cruda indiferencia. El concepto de vida se establecía socialmente, y no era bien visto apartarse.

Pero a muchos ya no les importaba el qué dirán, siglos acumulados de errores, de observaciones sobre injustas promesas no cumplidas, sobre la desorientación humana y el grito de un poco de paz, hicieron que la sublevación silenciosa fuera en acciones concretas. Ya los templos no estaban tan llenos como antaño, ya no se pegaba al intermediario por absoluciones y ya no se delegaba la responsabilidad del propio destino a un tercero. Pero sin entrenamiento, la mente reactiva pasaba de un extremo a otro, de un sometimiento pasivo se cruzaba a una negación contundente, sin llegar a balancear los pensamientos, sin equilibrar los conceptos, sin asequir la paz.


Cual ente durmiendo en prolongado letargo, nada parecía estar mal, dado que sin molestar a nadie y no sufrir alteración alguna, en horizontal sopor todo estaba en fingida tranquilidad. Si otro venía a perturbar el sueño, con un manotazo se lo espantaba, y se volvía a dormir. Pero había un ser, uno que era inexorable en su misión, que no quería que ese otro quedara postrado en la cama, no le deseaba la inercia eterna, y así, lo insitaba a levantarse. El tirado, usaba el mismo manotazo para alejarlo, pero la mano física no tenía efecto en este otro ser, y seguía y seguía y seguía insistiendo en que se levantara. Quejoso y buscando seguir en cómoda postura, viendo que no tenía modo de volver a esa frágil placidez, encontró otras manifestaciones para buscar espantar a quien lo quería levantado; a veces se enojaba y estaba todo el día enojado en la cama; a veces se entristecía, y estaba todo el día entristecido en la cama; a veces se angustiaba y se sumía en la desesperación y buscaba la resignación; a veces se impacientaba, se tornaba intolerante, daba verborrágicos discursos sobre la injusticia que le tocaba vivir, a veces la indiferencia era el apoyo para buscar estar solo, otras creía que nadie era digno de atosigarlo. Pero el otro ser lo hacía por su bien, y no iba a cesar.


Algunos se levantaron, la alegría del que los instó a levantarse era indescriptible, inefable, y obviamente, tendió su mano para ayudarlo a caminar porque sabía que iba a costarle. De esos, unos cuantos la rechazaron, otros la aceptaron, y costó muchísimo, porque al andar, notaron el entumecimiento de los músculos y la falta de costumbre de usarlos. ¡Oh creencia de poder hacer algo mientras se está en otro lado…! Algunos dieron un paso y volvieron a la cama; seguirían siendo invitados a levantarse, no hay escapatoria. Unos dieron dos pasos, otros 10, unos dieron 101, y volvieron a donde estaban las camas, para hablar maravillas de lo que habían conocido en su recorrido; los que dieron más de mil, se conformaron y con un escrito bajo el brazo, recitaron a los demás sobre cómo caminar, pero entre unos y otros encontraron algunas diferencias y contradicciones, que no pudieron sanear. No llegaba aún el que había recorrido todo el camino, para contar y sobre todo, enseñar, la gran amplitud de ese sendero, y por sobre ello, lo que había al final, el propósito por el cual ese ser postrado, debía erguirse y avanzar.


En un sinfín de posibilidades, la humanidad se hallaba descolocada frente a su realidad, y el relativismo reinó. Los que vieron que el progreso iba desfasado de la evolución espiritual, elevaron la voz y de a poco se fueron reconociendo entre sí, organizándose por primera vez, el bien. Allí se encontraba Weesom SearchHill, hundiendo su cabeza en el hueco que dejaban sus brazos tomando su bastón, para reponerse frente a los gritos desesperados de los que querían levantarse de la agonía sufriente. Tomaba valor para ejecutar el plan que habían trazado, y alinear los elementos que necesitaba para que entre tanta oscuridad reinante, la antorcha de la esperanza pudiera prenderse.


Me despedí de mi amigo Frandinand, antes de ir a su misión a territorio hostil, él siempre tan jovial y simpático, teniendo tamaña empresa como embajador, yo estaba tan preocupado y temeroso que terminó él dándome ánimos y tranquilizándome. Rememoramos situaciones de nuestros años de estudios, y con risas, nos dimos un cordial abrazo. Lo observé saludar a su madre, Rosina Franking, que amorosamente ambos, se prodigaron caricias y miradas profundas.


Cuando fue a saludar a su padre, se paró frente a él y Frandinand suspiró con paciencia. Weesom elevó su mentón, lo miró con súplica, y lentamente se irguió para estar un poquito por debajo de su hijo en altura, y permanecieron mirándose en silencio.


Deberías escuchar a tu madre, le transmitió Weesom con apesadumbrada voz y preocupado, no está muy segura de la misión. Lo sé padre, pero fue mí idea y tú mismo has dicho que es factible y realizable. Lo sé, pero tu madre… ella sabe y se percata de cosas que yo no. Tendremos cuidado, no os preocupéis. ¿Podrían considerar, al menos, dejar a los niños aquí? El joven concilió con su padre, diciendo que debía consultarlo con su esposa.

Frandinand bromeó sobre convencer y tornar bueno al Kaiser Heela tras su futuro encuentro con el hijo y antiguo amigo de estudios, Gustav, que para él sería tarea sencilla. Lo dijo con tal entusiasmo y una sonrisa tan amplia, que casi convenció a todos y nos tranquilizó respecto a que haría su parte. A pesar de ello, Weesom se estremeció al escuchar el nombre de Radikl. Partió junto a su esposa Sefine Shotek para visitar al país conflictivo en haras de paz, quedando los tres niños a cargo de su abuela. Cierta melancolía vestía a los abuelos Weesom y Rosina al ver el auto que llevaba al mayor de sus hijos y a su nuera, mientras los pequeños saludaban sin serles revelado el futuro incierto de sus padres, ni la noble tarea que se encomendaron a sí mismos.


Entendiendo que se modificaban algunas variables, Rosina optó por no acompañar a su esposo al viaje y permanecer al cuidado de los tres retoños, situación que apenó a Weesom pero aceptó como la mejor opción. Tampoco hasta entonces había visto a un ser tan caballeroso tratar así a su esposa con una delicadeza especial y un respeto como si le debiera algo. Por impulsividad mía, sin quererlo y para avisarle que el coche ya estaba listo, entré a la oficina cuando estaba saludando a sus nietos, y presencié una intimidad de ellos que, a pesar de encontrarme en falta, me vi imposibilitado de retirarme. El profesor SearchHill había dejado a un lado su bastón, y estaba tirado en el piso jugando con los tres nietos, mientras estos se le colgaban por el cuello y la espalda riendo hasta estallar. No hubiese pensado que alguien de su edad y su contextura física pudiese estar haciendo eso. Sin cortar inmediatamente su diversión, lentamente se fue incorporando y acariciando a sus herencias, recogió su bastón y conservando su tinte alegre, asintió con la cabeza entendiendo que ya era hora. Su mero ejemplo me hizo revisar cómo era yo como padre.


Un pequeño séquito de hombres cercanos al Mir, marchó hacia las ancestrales tierras de las milenarias pirámides. Viajaríamos en aeroplano, mi estado era una mezcla de ansiedad por lo nuevo, y temor por lo desconocido. Dentro del auto, camino al aeropuerto, Weesom me habló para tranquilizar mis nervios, preguntándome sobre mi esposa e hija, y sus respectivas actividades, lo que hizo concentrar mi atención en lo que sabía, y alejó mis inseguridades por un tiempo.


Nos recibió Charl Linbung, piloto experimentado que había cruzado largas distancias con mucha habilidad, y de manera privada, nos llevaría a destino. Saludó con la mano a cada uno, y nos dio la bienvenida subiendo a su nave. Mientras estaba en las escaleras, contemplaba la maravilla mecánica que nos transportaría por los cielos en un período tan corto, algo que si me preguntasen cómo funcionaba, no podría siquiera responder el motivo de su elevación por adquirir velocidad y tener alas. Estábamos cómodamente sentados y Charl nos preparaba con datos técnicos sobre lo que iríamos a vivir en el aire, y que nos desprenderíamos del suelo por una ley que llevaba el nombre de un científico. Bernouls, contestó Weesom. ¡Ahh! Es profesor de física, afirmó Linbung. No no, reprobó SearchHill con simpatía, y no agregó nada más. Ante la pausa silenciosa, el piloto dio un aplauso y se retiró a la cabina.


Estaba todo bien hasta que el avión comenzó a carretear, por favor, ¡qué incertidumbre! Marqué mis dedos en el asiento de la fuerza que hice, como si apretar el cuero me cerciorara una seguridad por mi vida. ¡Pero qué increíble sensación al instante de soltar la rueda el asfalto y confiar en que la gravedad sin ser violada, permitía tan maravillosa experiencia que por agitar los brazos era imposible de disfrutar. Mir Weesom acotó con júbilo que, al igual que la aeronave, la mente cuando se libere de ciertos lastres, podría también despegar y conocer nuevos rumbos que hasta el momento eran insospechados. Edowin Habble, un poco preocupado, le hizo referencia a la cantidad creciente de personas que nacen sin una mano, e incluso sin un pie. ¿Cómo se le puede pedir a un ser con tanto sufrimiento que piense en cosas más elevadas?


El profesor se rascó la frente, y siempre sujetando su bastón, dio su comprensión. Lo primero que debemos entender, es la libertad que debe regir tanto en nuestras acciones como en quienes busquen la emancipación. En esa libertad, no podemos ir en contra de los preceptos adoptados como propios que sustentan la vida psíquica de las personas, y resguardan su bienestar emocional y el equilibrio de sus acciones. Sólo podemos ofrecer una nueva mirada, un concepto diferente que sea base para una nueva ubicación frente a la realidad que hoy se vive. Aquel que está disconforme con esta cultura, que encuentra su mente fuera de contexto y le parece que debe haber un cambio, será propicio para nuestra causa, y si además entiende que él debe hacer algo para lograr ese cambio, será aún más, será un aspirante, un neófito, y hasta quizá un pionero. Ya ha transcurrido el tiempo necesario para que la mente individual se rebele a la decadencia que estamos presenciando, que acostumbrada a agachar la cabeza por las amenazas y la falta de cumplimiento de promesas deshonrosas, se despierte a la realidad que la vida le ofrece vivir, y tropiece con la Verdad tras deambular tanto en la mentira. Y esas mentes que aisladas van prendiéndose como antorchas en la tiniebla, van impactando en el colectivismo, ora librando a otras afines, ora afianzando a los que no pueden quitar la lagaña de sus ojos creyéndose uno mismo con las sombras. Nuestros esfuerzos y evaluaciones de éxito deben estar focalizados en esos que ya tienen cierta preparación, y pueden entender mejor las raíces de la desorientación de la humanidad actual, y no quedarse embelesado con el dulzor de las frutas, porque rápidamente se quejarán de sus semillas y carozos. No debería ser otro nuestro objetivo más que aquellos seres con los ojos bien abiertos, la mente en inquietud pura, el corazón en zozobra, y las manos dispuestas a trabajar, porque serán los que vigoricen las ideas más fértiles para orientar a las futuras generaciones hacia el propósito por el cual hemos sido creados. Sin imponer, sin celeridad, sin violencia. Aquellos que deban aún transitar un tiempo más a tientas y confirmando cada paso por inseguridad, deberán esperar aún sin saber que deben esperar, a que sus propios espíritus les den el sacudón necesario para oír el llamado a librar la lucha más grande que pueda enfrentarse. SearchHill miró a los que estaban allí, y agregó que el misterio más grande comienza con entender la propia vida, y por qué toca vivir aquello que en apariencia, parece no haberse elegido. No debemos ser masivos, y quizá lo que diga ahora se entienda en otro futuro, pues la mezcla de conceptos ha hecho que pasemos de extremos a extremos, de aceptar todo a negar todo, de violencia a ingenuidad, de no cuestionar nada, a una preocupación meticulosa, pero aquellos que se mantengan como una cerilla seca, sin estar quemada ni mojada, con un poco de fósforo para prenderse, se transformarán en una señal de esperanza y orientación, porque así como en el aterrizaje en el aeropuerto un avión necesita algunas lámparas encendidas para no posarse sobre el mar, nosotros nos volveremos esas luces para dar la señal que en la Tierra los humanos no queremos vivir más en el yugo de la incivilización, que nos emancipamos de las ataduras de la ignorancia, y que anhelamos una vida elevada, superior, espiritual. Que hasta aquí hemos llegado, y nuestro destino debe ser otro.


La parte final de lo que mencionó Mir Weesom me conmovió, pero no llegué a captar todo el significado de su analogía, y le pregunté a qué se refería, si nosotros seríamos como una pista de aterrizaje, ¿Para quién sería la señal de ubicación, quién o quienes vendrían en el avión? A lo que sonrió y caí en la cuenta que tal vez, ese futuro en donde aclararía mis conceptos, también traería la comprensión de su enseñanza, pero percibí que otros querían escuchar alguna respuesta, sin embargo, Linburg nos llamó a sentarnos, el descenso a las tierras lejanas había comenzado.


Bajamos por la escalera de la aeronave, y nos esperaba un grupo de arqueólogos liderados por Rick Senderos, y secundado por Aleen Gardnet y Jowar Kartir, nos recibieron con entusiasmo, alegando que no muchos conocían su trabajo y tampoco los visitaban a semejante páramos alejado de la civilización. Sin demasiada demora, nos llevaron al hotel donde nos albergamos todos, sabiendo que al día siguiente nos aguardaba un momento especial. Durante la cena, nuestros guías daban indicaciones sobre nuestro recorrido próximo, lo que veríamos, la historia de las pirámides ancestrales, y su historia de construcción de hace miles de años.


Hay muchos detalles que ignoramos, comentaba Senderos, pero tenemos nuestras hipótesis. Sin duda eran una civilización con grandes conocimientos y secretos, pero no escapaban de ser mortales como nosotros. Así es, agregaba Gardnet, en mis traducciones pude identificar que mantenían rituales que han sido copiados por el Brahmismo y otros dogmas. Por ejemplo, el dios Forus, comparte el día de cumpleaños con Ibraham, porque para esa fecha, que hoy no nos significa nada, en aquel entonces era de extrema relevancia para los cultivos, e imaginen si lo más importante no sería tener una buena cosecha en esa época. Esa fecha, era buen augurio, buen indicio de nacer. Y gustaban enterrar a sus muertos, enfatizó Jowar Kartir, y yo sabiendo eso, pude encontrar la tumba de Tujanton, el rey más importante de todos los tiempos.


Mir Weesom sonrió, y Kartir, un poco ofendido, le preguntó qué le causaba tanta gracia, a lo que el caballero se repuso, y le dijo que había recordado algo, pero no se relacionaba con su persona. Usted ha tenido uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de la historia, le dijo para suavizar su reacción, entiendo que per se, la tumba de Tujanton es la mejor conservada hasta ahora. Dejando de lado su molestia, claramente inflada por la imaginación, se sonrió ante el halago, y SearchHill continuó diciendo que la momificación había sido realizada por uno de los mejores médicos que habían existido, que a su vez era descendiente del gran Im-tep. Los tres guías quedaron estupefactos, saltando en sus sillas ante este dato, y luego de mirarse atónitos unos a los otros, declararon que eso era imposible de saber, no había árboles genealógicos tan extensos que abarcaran tantos siglos de distancia, pero que su hipótesis era completamente posible. Weesom permaneció en silencio, tal vez buscando reforzar que sus recuerdos no fuesen indiscretos, y Senderos le preguntó si era profesor de historia antigua. No no. Y sorbió de su copa, que le causó un poco de tos. Le ofrecieron que lo atendiera un doctor, ya que desde su arribo lo escuchaban carraspear y toser, pero se excusó diciendo que antes fumaba habanos y quedaban sus huellas por los cansados pulmones a pesar de haberlos dejado.


Terminada la cena, Mir Weesom pidió que le trajeran agua caliente, y preparó para todos una infusión de hierbas verdes amarronadas que se bebían con una bombilla. El doctor Senderos se maravilló al descubrir que eran oriundos del mismo territorio, pues no conocía a nadie que adoptara la costumbre, y tuvieron motivo para hablar de los parajes del nuevo continente. Rick le dijo que la vida cruzando al otro lado, era muy difícil, siempre tenía un motivo por el cual quejarse y todo era cuesta arriba, que la economía, que la gente, que la inflación. ¡Ah… pero aquí, en el viejo continente, todo es mucho mejor! Que la economía, que la gente, que la estabilidad, y hablaba como buscando el apoyo de su compatriota, pero SearchHill saboreaba en silencio su brebaje, y la falta de respuesta debilitaba la confianza en sí mismo de Rick. Sin embargo, Weesom alegó que aún era una tierra muy joven y tenía mucho que aprender de su tierra paternal, que 500 años atrás la descubrió y orientó en costumbres y progresos, pero también inculcó sus dogmas, y frente a eso, cual adolescente rebelde, se está manifestando sin una seguridad por sí misma. Es el destino de una masa de gente, que a diferencia de un análisis de un destino individual, es mucho más complejo de realizar, pero gracias a la mezcla de genes que se fueron dando desde la iniciativa del rey Friedenan Dargón para confirmar incluso la esfericidad de la Tierra años posteriores, va dando origen a una nueva raza humana que hereda las mañas de una vieja cultura antigua, y la posibilidad de contrastarlas con las de una que ha permanecido alejada. En ese choque de contradicciones internas, va surgiendo la libertad de elegir la propia identidad, y de poder erigir un futuro con miras jamás imaginadas. Llevará tiempo, mucho, y harán falta varios factores, pero el más importante de todos aún no se ha manifestado. Pero la puja ya está vigente, por ello muchos que nacen en el nuevo continente buscan refugio en el viejo, los mismos, llamemos genes, lo atraen a lo ya conocido, a lo familiar, a lo que conoció durante siglos. La guerra mental real se está librando del otro lado, buscando librarse de la opresión de las cadenas castradoras de las milenarias costumbres aceptadas a ciegas.


Le preguntaron si era profesor de sociología, luego de semejante disertación, y su respuesta fue un no no. Tomé de la bebida, pero me pareció muy amarga, más que el café, y ante mi reacción al sobar tan fuerte por la bombilla y tragarme un palillo de la hierba, todos se rieron y fue el indicio para irnos a descansar.


Era un día muy soleado, y el astro mayor recrudecía con intensidad sobre el desierto, resonando un calor al cual ninguno estaba acostumbrado. Los tres guías nos llevaron cerca de la pirámide que Weesom señaló como la que quería visitar, y a pesar de los alegatos de ir a otras más grandes y misteriosas, él insistió, y allí quedamos. Pero los locales mostraban una violencia ignota, desprestigiando el turismo y abusando del dinero traído por extranjeros sabiendo de la maravilla con la que contaban en su poder y su capacidad de atracción, exigían peajes y sobornos. Aleen Garnet discutía con algunos ciudadanos que no dejaban pasar, y refunfuñaba sobre el precio de lo que querían cobrarle, de vez en cuando nos miraba avergonzados porque lo habíamos contratado para ingresar, y eso no estaba ocurriendo. Pero nunca vi a Weesom apurado, se mantenía parado con su bastón mirando el paisaje con detalle, como si entrara a su casa y hallara los cuadros cambiados de lugar. Garnet nos dijo que pedían un suma exuberante, y Senderos junto a Kartir se molestaron sin saber qué hacer. Sin emitir palabra, Mir SearchHill fue con los pueblerinos, y vimos a la distancia cómo hablaba con ellos, y hasta se reían, volviendo con un niño que aclamó sería nuestro guía local, y ya estaba el pago realizado. Extrañados, caminamos hasta el gigante de piedra.


Quisiera describir el momento tan particular que fue para Weesom SearchHill el penetrar en un lugar tan peculiar de su historia y de la historia de la humanidad. Sin dudas, no escuchaba lo que iban relatando los guías, conocía lo ocurrido como ningún otro, y se dedicaba a mirar y tocar la roca como si acariciara las hojas de un huerto que florecía tras sobrevivir al invierno. No daba paso en falso, y notar lo que no ocurre muchas veces es difícil de observar, pero desde que señalaron su tos en la cena, me percaté que siempre la acompañaba su garganta histriónica, pero desde que habíamos llegado, no tosía. Vi sus ojos como diques sosteniendo un mar de lágrimas, sólo él sabría qué recuerdos se activaban allí, hasta penetrar en los fríos pasillos que hacían temblar a los claustrofóbicos, y dentro, la visibilidad llegó casi a cero.


Obviamente son estrechos porque no estaban hechos para el turismo, relataba Senderos, y por las tumbas, podemos decir que la estatura promedio era menor a la de ahora, así que deberán cuidar sus cabezas.


El niño que era guía, no nos hablaba mucho, se limitaba a cargar su antorcha y señalar en la pared algunos escritos. Luego de no entender el quinto que señalaba, dejé de mirar, pero Weesom le hacía caso en todos, y en uno se rieron juntos. ¿Le entiende el idioma, profesor? Le interrogó muy intrigado Gardnet, siendo él el contratado como traductor. Bastante, le contestó. Seguimos avanzando, prosiguieron contando detalles sobre cómo no funcionan los aparatos eléctricos dentro por las interferencias magnéticas, y que las antorchas llegarían hasta determinado punto, porque habían corrientes de vientos que penetraban a la cámara y eran tan fuertes que apagaban el fuego. Nos contaron algunos artilugios que quisieron emplear para poder ver en las habitaciones más profundas, tapando rendijas y usando lámparas de aceite, pero me parecía que era más para distraernos por no haber escudriñado los secretos de tal fascinante estructura arquitectónica.


Se perdía la noción del tiempo allí dentro, pero finalmente llegamos al centro de la pirámide. Antes de ingresar a la cámara principal, nos dieron un discurso sobre lo que implicaba conocer tan emblemático espacio, la importancia de su construcción y el significado que se le dio al ser construído con fines únicos. Miren aquí, señaló Gardnet el marco de la arcada, con un escrito, dice “limpiar el espíritu”, es lo que hacían quienes vivían aquí, en esta cámara meditaban para limpiar su espíritu. El profesor SearchHill levantó la mano, era un alumno ad hoc, y sorprendido, Aleen lo habilitó a hablar. Dice “limpiar la mente”, puesto que el recorrido que hemos transitado hasta aquí, debía servir para ingresar con la mente libre de pensamientos que interfieran con el acercamiento al espíritu; son dos conceptos relacionados pero distintos. Los ojos de Aleen y sus compañeros salieron a barrer arena de la sorpresa, y exclamaban cómo eso explicaba incluso otras partes de los escritos de la pirámide, mientras el niño nativo se quitaba unos mocos de su nariz. Calmados de la emoción, le preguntaron si era profesor de lenguas muertas. No no. E ingresamos finalmente.


Siguieron relatando sobre los descubrimientos de la cámara, algunos significados de los escritos, la posibilidad de traducirlos gracias a la piedra descubierta por Buchar y Championon, y el acceso subterráneo recientemente descubierto. Por allí fueron, descendieron a niveles inferiores y, como habían prevenido, las ráfagas internas apagaron las antorchas repetidas veces, hasta llegar a una nueva cámara de una sola entrada, y permanecieron en silencio quietos, en completa oscuridad a quién sabe cuántos metros debajo de la tierra. Quisieron dar algunas reflexiones profundas sobre ubicarnos en aquellos tiempos, el propósito de esa habitación con sus escritos, y tras quedarnos mudos, el propio latir de los corazones se hizo consciente, y la respiración fluía por todo el cuerpo, recorriendo cada fibra en su oxigenación y fue un momento de paz, que estar en contacto con mi ser, hizo caer una lágrima.


¿Dónde está el profesor SearchHill?


Kartir hacía luz con su encendedor a chispazos que se apagaban, y notó que faltaba uno de nosotros. Miramos para todos lados, y comenzamos a gritar, estábamos seguros que había ingresado con nosotros. Sabiendo que había una única entrada, volvimos sobre nuestros pasos, no recordaba el camino, era una laberinto de pasajes, que a mi entender, estaban mal señalizados. Bueno, yo no leía ese idioma. Los tres guías estaban a segundos de un colapso mental, habían perdido a uno de sus turistas, sino el más importante, y sentían una responsabilidad extrema. El niño local, en determinado momento se dio cuenta de la situación, y se fue corriendo, supongo que a la salida, dejándonos con el problema en manos. Pasaban los minutos, y más temía encontrar herido a Weesom. ¿Y si se extravió y fue a la salida? Esa idea nos llevó de nuevo a la entrada de la pirámide.


¿Cómo describir el rostro de Mir SearchHill allí parado con su bastón, sosteniendo una placa en su mano? Era una mezcla de victoria con regocijo y alegría profunda, tal vez con un ápice de ansiedad. Supongo que la expresión de todos nosotros era de alivio intenso. Tras asegurarnos de que estuviera bien, y lo estaba perfectamente, Gardiner le indagó sobre lo que tenía en su mano. Nos mostró, era algo que había hallado cuando quedó solo, una placa de metal plana de forma de paralelogramo, con muchos orificios que la atravesaban sin patrón aparente, y longitudinalmente, unas marcas intermitentes alargadas que también atravesaban el metal, y lo cruzaban de un vértice al otro. Se notaba que era una reliquia antiquísima, y los tres arqueólogos se morían de ganas de quitárselo de la mano. Luego de calmar los ímpetus, el profesor SearchHill les adelantó que ellos tendrían su parte, pero la condición era que él pudiese hacer uso de la placa metálica durante un tiempo antes de entregarla a un museo. Más que intrigados, los tres aceptaron las condiciones.


Como si fuese su hogar, ahora Weesom fue el guía, penetrando nuevamente a la pirámide con total decisión, y todos nosotros detrás. Volvió a hacer el mismo recorrido que habíamos hecho, hasta que en determinado momento, cuando estábamos por llegar a la cámara donde permanecimos a oscuras, nos mostró cómo corrió unas rocas que eran parte del pasaje, y habilitó hacia un nuevo camino que permanecía oculto a simple vista. Senderos no podía dejar de exclamar gritos de sorpresa y entusiasmo, y le preguntaban cómo había descubierto tamaño secreto, pero el señor de bastón seguía su marcha muy decidido. Ahora los guías eran guiados.


Todo un nuevo bloque subterráneo se abría a nuevas oportunidades, pasillos que se ramificaban hacia nuevos y misteriosos rincones oscuros, que eran como dulce que atraían los aleteos de los arqueólogos que por primera vez pisaban ese sitio. Pero el caballero Weesom era invariante en su andar, y marchaba directo hacia donde tenía que ir. Cuando el negro acaparó la vista y no permitía antorcha alguna encendida, nos sorprendió a todos que de su báculo, al golpearlo contra el suelo, apareciera un chispazo que iluminaba por instantes nuestros pasos, y callados sabíamos que debíamos estar atentos para no perdernos. Y finalmente, llegamos.


Una nueva tumba nos sucumbió en emoción circunspecta. Logrando encender levemente unos fuegos, evidenciamos a un esqueleto que yacía bien conservado sobre una mesa, en una habitación que no tenía nada más, pequeña y con algunos pocos escritos en las paredes. No sé por qué a todos nos generó una tristeza sin igual encontrarnos con ese lugar, como si se relatara una historia inconclusa, de amargos trances y desilusiones abismales. ¿Quién era ese hombre que permanecía sin ser enterrado, en las profundidades de una pirámide, solo? ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Cuál era su historia? ¿Qué había hecho para terminar aquí sin ser enterrado ni colocado en un sarcófago? ¿Por qué sostenía la tabla metálica que ahora estaba en poder de Weesom SearchHill? Sus ropas no coinciden con el período antiguo, señalaban los que sabían, en una tremenda confusión de datación.


Pasada un poco la sorpresa y la extraña sensación del nuevo descubrimiento, Weesom habló. Esta tablilla la sostenía en sus brazos cuando la hallé, y es lo que más me importa; sé que se remonta a hace dos mil años, y la entrego, junto con estos restos mortales, para que podáis precisar mediante pruebas de datación, podéis consultar al experto Willens Libbyc o a quien gustéis, la fecha de estos huesos y de este trozo metálico, junto con lo que está escrito en las paredes que como veráis, no son del mismo idioma con el cual fue construído este monumento. Os pido que me sea entregada lo antes posible para yo mismo realizar posteriormente un experimento, pero os aseguro que la devolveré intacta e inmediatamente. Además, es todo de ustedes para recorrer los demás pasillos que hemos pasado sin entrar en ellos.


El doctor Senderos estaba en shock, cuando le preguntó si era profesor de Arqueología. No no.


Algunas vueltas después, curiosidad por allí y por aquí, Weesom apresuró para marcharnos y que las pruebas pertinentes se realicen con celeridad. Los tres arqueólogos dijeron que iban a telefonear a sus colegas para que retiraran las piezas, y estaba todo en marcha. Llegamos al hotel ya siendo de noche, para cenar, y en la escalera Mir SearchHill se desplomó sobre mí y su bastón rodó cuesta abajo. Al sujetarlo en mis brazos, noté que estaba hirviendo en fiebre, pero apenas logré sostenerlo para que no cayera al piso, se recompuso con tos, y se irguió sobre sus propios pies. Gardiner le acercó su báculo, y preocupado le preguntó cómo se encontraba. Confundido, lo primero que dijo Weesom fue que quería saber sobre su hijo Frandinand, y entramos al hall para usar el teléfono.


Me encargué de contactar a la embajada, a nuestra sede, a la doctora Rosina, pero las últimas noticias eran de esa mañana, el banquete había sido un éxito con Gustav y Radikl Heela. Mir SearchHill se estremeció al escuchar ese nombre. No del todo contento, mantenía una expresión preocupada, y le mencioné que, si tenía fiebre, podíamos pedir que un médico lo asistiera, pero con una sonrisa enternecida, me dijo que no era necesario, y me pasó la preocupación a mí. Luego de un día de enormes sorpresas y creo que un número acrecentado de interrogantes, nos fuimos a descansar, pero me quedé pensando en la salud del padre de mi amigo, si estaba enfermo, y cómo había conseguido dar con tales formidables secretos.


Por la mañana siguiente, nos visitaron dos doctores en física que se llevarían las piezas arqueológicas y darían una fecha de suceso. Primero lo saludó Benduct Ruthenfield, pionero de teorías atómicas y de desintegración. Weesom lo miró con detalle, y dijo que había conocido alguna vez a otra persona llamada Benduct, y tras un silencio, agregó, un caballero hasta el final, y le estrechó la mano, acto que en Ruthenfield tuvo un efecto embriagador dejándolo pasmado por unos instantes. Luego, el doctor Frake Crok, estudioso de las células, le preguntó al profesor SearchHill si era el esposo de Rosina Franking, y con júbilo acotó que le encantaba el trabajo de ella sobre la visualización del ADN, y envidiaba no habérsele ocurrido a él. Cordialmente, el esposo dijo que le haría llegar oportunamente su saludo. Le preguntaron si él también era profesor de Biología. No no.


Retiradas las piezas, y enfatizando en que se le regresara a Weesom lo antes posible la tabla, los investigadores partieron, y nosotros, por emprender el regreso, cuando a dos cuadras, explotó una bomba en un atentado en un edificio que nos obligó a marchar rápidamente. Camino al aeropuerto, Mir SearchHill nos dio a entender que había señales inequívocas de un malestar general en la población, las ansias de expansión y dominio se manifestaban por doquier y el pensamiento bélico había estado agazapado durante muchos años, tensionando la fuerza para saltar sobre la primer víctima distraída que encontrara. Pero hay un gran problema, un enorme problema, y es que la mano del hombre ha construído terribles artefactos de muerte, que si bien antes la limitación era respecto a estar en contacto con el enemigo a una distancia de pocos kilómetros y dependiendo de la fatiga de los caballos, ahora con barcos y aviones, las ametralladoras alcanzarían distancias nunca antes vistas, dimensiones territoriales posiblemente mundiales, implicando a millones de personas. Me paralicé ante su predicción, sabía que la tensión entre países limítrofes estaba en sus peores trances, pero manifesté que no esperaba que Radikl Heela llegase a semejante desbalance. Weesom se estremeció al escucharme pronunciar ese nombre.


En el aeropuerto, no esperábamos ver a Iken Senhower, desesperado nos estaba buscando, y su ansiedad estaba certificada con creces. Nos contó de un plan ultrasecreto y confidencial, sobre la creación de un arma de destrucción que podría ser masiva, y los experimentos finales se estaban dando en tierras alejadas. El nombre de ese proyecto era Mannheim, y estaba liderado por Berts Openjams, físico teórico de renombre en investigación de la mecánica cuántica. Iken nos invitaba a volar hacia allí para ser testigos de su monumental magnitud, y sus implicancias para una futura guerra.


No había terminado de darnos su informe, que el personal del aeropuerto comenzó a llamar a Weesom SearchHill por altavoz. Intranquilo por la situación, levantó la mano para que lo reconocieran y le dijeran el motivo para ser convocado. Con profesionalismo, le acercaron el telegrama, que al leerlo, le hizo elevar su rostro asomando lágrimas de dolor.


Frandinand SearchHill y su esposa Sefine Shotek habían sufrido un atentado la noche anterior después del banquete con la familia Heela. El estado de salud de ellos dos era incierto.


Mir Weesom se encontraba en la disyuntiva de atender el viaje de Iken, con sus consecuencias para la guerra, o la situación con su hijo y nuera, de lo más carnal y personal en cuanto a sus cuestiones emocionales.